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Crítica 'El mayordomo'

El mayordomo como testigo

El mayordomo. Drama, EEUU, 2013, 132 min. Dirección: Lee Daniels. Guión: Danny Strong. Fotografía: Andrew Dunn. Música: Rodrigo Leão. Intérpretes: Forest Whitaker, Alex Pettyfer, John Cusack, Robin Williams, James Marsden, Alan Rickman, Liev Schreiber.

Precious, la película que convirtió a Lee Daniels en director estrella, me emocionó. Pero la posterior El chico del periódico era tan pretenciosamente rebuscada y tan superficialmente retorcida que me pregunté si su falsedad desmontaba a Precious, demostrando que el rey que creí vestido de buen cine y sincera emoción iba en realidad desnudo. Porque los buenos directores nunca mienten. Si son artesanos no se hacen pasar por lo que no son. Si son creadores son coherentes.

La fama de ambas películas -merecida una e inmerecida la otra- ha permitido a Daniels escribir con el actor y guionista Danny Strong este sólo correcto guión que trata de una historia tan bien escogida, tan apasionante y con tantas posibilidades de desarrollo, que hubiera merecido mejores escritores. La historia de la Casa Blanca entre 1952 y 1986 -las presidencias de Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan- vista a través de los ojos de Cecil Gaines, el mayordomo jefe de la residencia presidencial. Y decir la historia de la Casa Blanca es referirse a la vida política de la nación vista desde su cumbre a lo largo de más de tres décadas.

Este guión sólo correcto está interpretado con genio por Forest Whitaker y adornado por una galería espectacular de populares o grandes actores: John Cusak, Jane Fonda, Opah Winfrey, Cuba Gooding Jr., Vanessa Redgrave, Robin Williams, Terrence Howard, Lenny Kravitz o Mariah Carey. Esto remedia en parte la corrección del guión dirigido con idéntica corrección -eso sí, muy profesional- por Daniels.

Corrección, en boca de este crítico, que adora el cine de género y admira a los artesanos de la edad de oro de Hollywood, no tiene connotaciones negativas. Pero en este caso la fuerza de la historia necesitaba más fuerza, imaginación y pasión (pienso en la ironía de Hal Ashby en Bienvenido Mr. Chance o en la emocionada sinceridad y maestría de Spielberg en Lincoln).

Afortunadamente la fuerza del argumento, el genio del intérprete y el talento de sus compañeros de reparto compensan estas soserías. Y la realización de Daniels no carece de momentos de fuerza. Es lo suficientemente hábil (no sincero) y listo (no inteligente) como para desperdiciar este filón argumental y este reparto. El tema de la lucha por los derechos civiles, corazón de la película junto a los retratos presidenciales y la descripción de la vida en la Casa Blanca, está bien tratado desde el inicio en una plantación del Sur en los años 20 hasta el guiño a Obama, pasando por el activismo de los años 50 y las figuras de Kennedy y Luther King. El mayor acierto del guión es contar esta lucha a través de la vida familiar del protagonista -los combates por la igualdad de sus hijos, desde los pacíficos de Luther King a los Panteras Negras- y de su calidad de testigo de las acciones presidenciales.

El conjunto convence, entretiene y alguna vez emociona. El mayor reproche que se le puede hacer es que, por su tema, debería entusiasmar. Quizás represente un punto de madurez en un Daniels que haya encontrado el equilibrio artesanal entre la fuerza de Precious y la impostura de El chico del periódico.

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