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Músico

Adela Ojeda Morillo: Un sueño cumplido a base de redobles

  • Ha conseguido abrirse un hueco en un mundo, el de las bandas de cornetas y tambores, exclusivamente de hombres hasta su llegada.

El camino que ha tenido que recorrer para llegar a donde está no ha sido fácil. Ha superado múltiples dificultades, hasta hacer realidad la ilusión que tenía desde que a los seis años entró en la escuela de música de las Cigarreras: ser tambor solista en la banda grande.  A sus 21 años, Adela Ojeda ha visto cumplido ese sueño de ser uno de los dos tambores que redoblan en la banda de las Cigarreras, “es increíble, es lo máximo para mí. Nunca pensé que pudiera llegar a tanto”. También tiene el honor de ser la primera mujer que consigue tocar en una de las bandas importantes de cornetas. En los diez años que ha estado en la banda juvenil y en los cuatro que lleva en la grande ha tenido que demostrar muchas cosas para ganarse el respeto y la admiración de sus compañeros, “por el simple hecho de ser  mujer tenía que demostrar algo más que los demás, tenía que tocar mejor que todos”. No ha sido camino de rosas. Se ha encontrado con gente que no aceptaba que una mujer tocara en la misma banda, “personas que tienen la misma edad que tú, eso no lo entenderé nunca. Es duro que tus propios compañeros te intenten pisar”.

Le llegó su momento de gloria en el concierto que la formación musical ofreció en el Palenque en 2004 con motivo de su XXV aniversario, donde le impusieron el fajín morado, distintivo de la banda. “Fue muy especial para mí. Era como un reconocimiento a todos esos años que me llevé en la banda chica”. Esta vecina de Nervión, a la vez estudiante y trabajadora, ha pasado por momentos de flaqueza en los que pensó tirar la toalla, “sobre todo cuando te llega la edad de empezar a salir con las amigas y no puedes hacerlo porque tienes que ir a los ensayos o a los conciertos. Me he perdido muchas cosas, pero también he disfrutado otras”.  Con su esfuerzo se ha ganado el cariño y el respeto de sus compañeros y del público, “en Málaga, en una procesión extraordinaria, una señora me dijo que nunca había visto a nadie tocar el tambor como a mí y que le hacía mucha ilusión que una mujer fuera llevando la banda. Eso me llenó de orgullo”. Todo un ejemplo.

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