Decir que el calor pega fuerte en la antigua plaza de López Pintado cuando sale el Beso de Judas es un tópico; que se forma un auténtico revuelo cuando sale la hermandad, también; que el paso de misterio pone a la plaza boca abajo desde la primera chicotá, igualmente; que la Virgen sale todos los años a los sones de Rocío, pues lo mismo; pero no por ser un tópico deja de ser cada año diferente y emocionante.

La Hermandad del Beso de Judas es emocionante en todo lo que hace. En la manera en que los nazarenos forman dentro de la iglesia antes de salir, en la que los músicos de la agrupación de la hermandad interpretan la marcha Costalero en la revirá previa a la salida del templo, en la manera que tienen Paco Reguera y Carlos Yruela de mandar a sus costaleros, y emoción, mucha emoción, en todas las personas que contemplan el discurrir de esta cofradía a lo largo de su recorrido.

Este año se cumple medio siglo de la primera salida de esta hermandad desde la Misericordia. En 1959 llevaban 82 nazarenos. Ayer, en Santiago, fueron más de 1.100. Muchos niños de corta edad y muchas mujeres. Para recordarlo, el Señor vestía una túnica granate y un mantolín azul, como en aquella primera salida.