El Cautivo de San Pablo

El Polígono se hace oficial

  • Torres de más de diez pisos lucían engalanadas para el paso de la cofradía

Lo primero que llama la atención un Lunes Santo en el Polígono de San Pablo es encontrarse balcones de pisos décimos adornados con damascos y gente apostada en las azoteas. Lo segundo es que una multitud espere a pleno sol la salida de una hermandad que puede verse cómodamente un poco más adelante. El barrio quiere ver la salida y hay quien lleva desde las diez de la mañana junto a la verja de la parroquia de San Ignacio de Loyola.

"Ya era hora de que el Polígono tuviera una cofradía que fuera a la Catedral, que en este barrio vive un tercio de Sevilla", dice, pelín exagerado, alguien entre el público. "Ya salió el año pasado, ¿no te acuerdas?", pregunta su acompañante. "Sí, sí, pero ya es como si fuera de verdad". Es la segunda estación de penitencia a la Catedral y parece, entre los vecinos del Polígono, como si lo del año pasado fuera un sueño que en este 2009 cobra oficialidad.

Dentro, en el patio de la parroquia, se oye una saeta sin que se haya movido el paso del Cautivo. La canta Israel Caballero, un hermano cuya ilusión máxima era salir de costalero del Señor pero que no puede hacerlo porque mide dos metros. Así que optó por cantarle vestido de nazareno. A unos metros esperan los niños y educadores de la Asociación Niños con Amor, de Santa Clara, una entidad que trabaja con discapacitados.

Se levanta el misterio por las víctimas de Italia y se coloca en su puesto Romero, uno de los guardias civiles que iba a escoltar al Cautivo el año pasado pero que no pudo hacerlo porque ese Lunes Santo porque tenía un detenido. "La profesión va antes que la devoción", dice el guardia, vecino del Polígono, quien veía pasar de joven los Sábados de Pasión la cofradía bajo su terraza.

Antes de que salga la Virgen del Rosario, con la toca de la Macarena, uno de los niños de la asociación ha gastado las 150 fotos que caben en la memoria de su cámara. Pero no es problema. "Déjame tu cámara, ¿no?", le pregunta a un educador.

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