Cofradias

La Quinta Avenida de los trianeros

  • SAN JACINTO.Arteria principalísima y columna vertebral del arrabal y guarda, significa el punto fronterizo que separa las dos Cavas: la Cava de los Gitanos y la Cava de los Civiles

San Jacinto, la principal arteria de Triana, será hoy en éste su tramo peatonal una explosión de vida al paso de la populosa y trianerísima cofradía de la Estrella.

San Jacinto, la principal arteria de Triana, será hoy en éste su tramo peatonal una explosión de vida al paso de la populosa y trianerísima cofradía de la Estrella. / RUESGA BONO

Llegó el primero de los días señalaítos según Sevilla y Triana se viste de fiesta para que el arrabal y guarda se venga arriba en torno a la Virgen de la Estrella. Esta cofradía tan trianera sólo holla una calle del barrio, pero qué calle. Y es que la calle San Jacinto tiene para Triana idéntico calado al de la Quinta Avenida para Manhattan. Calle rectilínea que arranca en el Altozano y rinde en San Martín de Porres, su longitud excede el medio kilómetro, justamente mide unos 650 metros.

Es la columna vertebral de Triana y fue antañazo la vía que servía de nexo para acceder desde Sevilla al Aljarafe. Actualmente y desde 2010, el tramo donde se halla la iglesia de la hermandad de la Estrella es peatonal y la verdad es que ha cobrado con esta medida una dimensión excepcional. Festoneada por bares y comercios, raro es el momento del día en que no se convierte en una explosión de vida.

Durante la República, a esta arteria trianera le colocaron el nombre de Carlos MarxEn el convento de San Jacinto convivieron la Estrella, la Esperanza y el Rocío de Triana

A lo largo de su existencia, San Jacinto ha tomado diversos nombres. El anterior a éste de hoy fue durante la II República. Entonces se vivió una fiebre parecida a la que hoy anida y es la de cambiar el nomenclátor urbano para adaptarlo a los caprichos imperantes. Y la despojaron de su nombre para adjudicarle el de Carlos Marx, pero aquello duró sólo lo que duró la República y en 1936 retomó nuevamente su nombre. Pero no siempre se llamó San Jacinto; el primer nombre del que se tiene constancia es el de Camino Real. Después el de Santo Domingo en honor de los dominicos del convento para que desde ahí hasta el final se nombrase como Ancha. Así es hasta 1868 en que toda ella tomará su nombre actual, aunque en 1911 fue rebautizada como Manuel Carriedo en honor a un ceramista trianero que llegó a concejal del Ayuntamiento de Sevilla. Definitivamente, aunque sólo de momento, como San Jacinto, en su cruce con Pagés del Corro existió un crucero conocido como Cruz de San Jacinto. Eso marcaba la frontera entre la Cava de los Civiles y la de los Gitanos. La primera iba desde ahí hasta Chapina y tomó ese nombre porque ahí se ubicaba el cuartel de la Benemérita, mientras que la de los Gitanos estaba en dirección a Los Remedios con proliferación de fraguas y cuadras de personas de dicha etnia.

San Jacinto contaba con tres puntos más que interesantes y eran el Convento de los Predicadores, el edificio de Hispano Aviación, la fábrica de cerámica de Manuel Ramos Rejano, el dispensario de la Cruz Roja, hoy clínica Infanta Luisa, y la casa de los Mensaque, ubicada en el número 33 y que hoy es sede del distrito municipal. El extenso inmueble de Hispano Aviación fue convertido en un complejo residencial tras haberse trasladado la fábrica de aviones a la Base Aérea de Tablada.

Su tipo de caserío ha evolucionado desde los corrales de vecinos a las modestas viviendas unifamiliares de finales del Siglo XIX hasta los actuales bloques de alturas nada uniformes. El edificio más importante es el de la iglesia de San Jacinto, levantada en 1740 en el solar donde se encontraba el convento de la Orden de Predicadores. Este convento había sido anteriormente Ermita de la Candelaria. San Jacinto cuenta con un caserío en el que también abunda la arquitectura regionalista obra de arquitectos como Arévalo, Traver o Gómez Millán.

Pero en la historia de la calle se escribe con generosa tipografía las tribulaciones que tres hermandades trianeras sufrieron durante su estancia en el convento. Allí convivieron el Rocío, la Estrella y la Esperanza hasta que hubieron de coger el portante por lo difícil que les resultaba la convivencia y las presiones de la propiedad. Por ese motivo, la Esperanza hubo de construirse una capilla en Pureza, el Rocío se fue a Evangelista y la Estrella se desplazó unos metros en dirección Sevilla para construir una capilla en lo que hasta entonces era su casa hermandad. Con esa utilización desde 1962, fue en 1976 cuando ya pudo morar en su nueva casa, obra del conocidísimo arquitecto sevillano Antonio Delgado Roig.

Y hoy, Domingo de Ramos, será un gran día para esta Quinta Avenida según Triana. Con el sol, ojalá, en todo lo alto, Triana se echará a la calle para agolparse ante Cristo sedente, seguido de la hermosísima y desconsolada Virgen de la Estrella. En ese tramo que en San Jacinto se hizo peatonal, la vida vibrará como sólo vibra en el arrabal y guarda para que esas sensaciones se muestren renovadas ya en la alta madrugada entre saetas cruzando los aires trianeros.

No queda aquí el papel de San Jacinto en nuestra gran celebración, por supuesto que no. Mañana, de fin a principio de la calle, San Jacinto será ocupada por la cofradía que viene del Barrio León y que tiene en Caifás a su personaje menos recomendable. Digno de ver la legión de fieles que vienen del Tardón rumbo a Sevilla, pero todo se queda corto cuando sea mañanita de Viernes Santo y venga la Virgen morena de calle Pureza siguiendo los pasos de su Hijo trastabillado tras su tercera caída. Tremendo el protagonismo de la calle San Jacinto y excepcional el papel que le toca en la Semana Santa. Quinta Avenida durante todo el año y especie de calle Sierpes para Triana así que salga la Estrella hasta que vuelva la Esperanza.

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