Hubo que esperar, pero al final hicieron falta. Chalecos, abrigos y bufandas vistieron este domingo al numeroso público que acudió a ver las procesiones de la Virgen del Amparo y de la Reina de Todos los Santos, con las que se cierra el ciclo de Glorias que se inició en mayo. La primera de ellas salió a las seis de la tarde de la parroquia de la Magdalena. Sobriedad, buen gusto y clasicismo destacan en un cortejo que abría su imponente simpecado y que discurrió por uno de los recorridos más bellos: el entorno del Museo. El escudo del rey Felipe VI decoraba uno de los cirios que alumbraban a la sagrada imagen. En la calle Feria, la Reina de Todos los Santos volvía a reconciliar a los presentes con el gusto de una procesión de barrio que no pierde su mesura a pesar de las modas. Broche de oro con vestuario de invierno.