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San Gonzalo

Triana se entrega ante San Gonzalo

  • Los costaleros no escatiman esfuerzos para saludar a la Estrella

Quince minutos antes de lo previsto. Los nazarenos blancos de San Gonzalo dieron los primeros pasos en Triana ante una plaza abarrotada y expectante. "!Vamos para Sevilla, siempre hacia Sevilla!". Los costaleros escuchan las primeras palabras del capataz y el paso echa a andar.

Entre naranjos en flor y el silencio del público sólo roto por las cornetas de las Cigarreras, el balanceo trianero se hace notar desde los primeros momentos en la plaza de San Gonzalo. Espectacular movimiento. Camino hacia la calle Clavel muchos pequeños nazarenos y pocos pasos entre túnica y túnica. 1.900 capirotes acompañan al misterio y a la Virgen de la Salud.

Primera chicotá y el prioste coloca las potencias a Jesucristo ante la atenta mirada del público. Desde los balcones y en la calle, los flashes de móvil o cámaras no se hacen esperar. Es un Lunes Santo espléndido para inmortalizar el diálogo entre Jesús y Caifás.

Familias enteras, carritos de bebés y en esta ocasión, pocas sillas plegables. A paso lento, pocos centímetros entre el dintel y el palio. La Virgen de la Salud está en la calle. Suave balanceo para atravesar la plaza. Un instante y gran parte del público abandona este lugar trianero para dirigirse a San Jacinto. No hay por qué perder detalle. El barrio se entrega ante San Gonzalo. El buen tiempo acompaña.

Mientras la multitud se concentra a lo largo de San Jacinto, varias hileras de personas discurren por Evangelista. Destino: la confluencia de Pagés del Corro con San Jacinto, enclave estratégico para contemplar el saludo de San Gonzalo a la Estrella. En este punto, muchas sillas plegables. La espera es larga. Y merece la pena. Desde lejos, poco a poco se acerca el misterio rodeado por una nube de incienso.

Ante la Estrella, los costaleros no escatiman esfuerzos para deleitarse en el tradicional saludo. Entre el público, una persona con discapacidad en una pierna se levanta para disfrutar de la entrañable escena. Una vista privilegiada la que disfrutan varias niñas a hombros de sus padres. El gentío silencioso se rompe. Muchos espectadores se dirigen al puente Isabel II.

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