Cofradias

La Virgen de la memoria

Muy rejuvenecida y sin la ingente suciedad que ocultaba por completo los rasgos y la expresión. Los hermanos del Dulce Nombre se reencontraron ayer con su Virgen tras la restauración practicada por Carmen Bahima Díaz que ha durado tres meses y medio y ha sido integral. Vestida de reina, en el presbiterio de San Lorenzo, y con Nuestro Padre Jesús ante Anás entronizado ya en su altar de quinario, se presentaba la primera Dolorosa de Castillo Lastrucci. La Virgen ha vuelto a ser la de los años 70 y 80. La inmortaliza por Fernand en sus célebres fotografías, y que el paso del tiempo, la suciedad y las malas praxis habían desdibujado por completo. Los hermanos veteranos de la cofradía del Martes Santo se reencontraron con la Virgen que tienen en su memoria.

La primera impresión que se llevaron los muchos fieles y devotos que se acercaron a San Lorenzo a ver a la Virgen fue de impacto. La Virgen ha cambiado, como no podía ser de otro modo. Se le ha retirado la gran cantidad de suciedad que tenía, esa a la que muchos rinden ahora culto. El estado de conservación de la Dolorosa era bastante deficiente. Mucho peor de lo que se pensaba en principio. La limpieza efectuada ha permitido recuperar la policromía que Castillo Lastrucci aplicó a la imagen en los años 40, como explica Andrés Luque Teruel, miembro de la comisión técnica y profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla: "La policromía de los años 20 no ha llegado hasta nuestros días. Había pequeños restos en el cuello y en la espalda, pero nada más. La que se ha recuperado es de Castillo, pero de principios de los años 40. Tiene unos pigmentos distintos a los que utilizaba en los años 20. Éstos son mucho más naturales".

El propio Castillo interviene en varias ocasiones a la Virgen. La primera en 1927, tres años después de su bendición. La actuación fue profunda, pero no hubo un retallado del rostro como se ha venido contando históricamente y como han demostrado las radiografías practicadas. "La intervención fue importante porque cambia la posición de la imagen. Le hace un nuevo candelero y le cambia el ángulo. Para adaptar la fisonomía del rostro a esta nueva visión le da unos leves toques de gubia en las cejas y el entrecejo, pero nada más. No voy a desmentir la famosa leyenda, es exagerada porque no se retalla al año siguiente, pero sí está claro que los retoques son consecuencia de un cambio de posición que se puede justificar por la realización del paso, etcétera", explica Luque Teruel.

La restauración ha permitido que, por unos días, la Virgen se pudiera ver en el taller sin las lágrimas en las mejillas, tal y como la concibió Castillo, quien se las incorporó en la restauración de 1927. La restauradora, Carmen Bahima, comenta esta imagen que ha dejado impactados a los miembros de la comisión y a la junta de gobierno por su belleza, aunque no sería recuperable porque fue el propio autor de la talla el que las incorporó: "Castillo concibió la imagen sin lágrimas, como se puede ver en las fotografías de los años 20. Se las puso unos años después. La visión de la Virgen con el rostro restaurado y sin lágrimas me transportó a esa imagen primitiva en la que la mirada era única. Estaba bellísima".

La restauradora asegura que la intervención ha sido muy satisfactoria por el trabajo desarrollado junto a la comisión de seguimiento y por ser una de las Dolorosas más emblemáticas de la ciudad: "Profesionalmente ha sido un reto importante. La suciedad acumulada durante más de veinte años y algunas intervenciones puntuales poco afortunadas habían ocultado desde hace ya algún tiempo la belleza y profundidad de una mirada muy particular. La evolución del trabajo durante estos meses me ha hecho ir descubriendo un rostro más joven, unas facciones con rasgos sutiles que muestran una pena contenida más allá de las cinco lágrimas que recorren sus mejillas. Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a la hermandad y a su junta de gobierno por el trato recibido y por su confianza plena desde el primer día". Andrés Luque Teruel califica el resultado de "excelente": "La Virgen está espectacular, como la dejó Castillo en los años 40. La intervención ha sido fabulosa".

La primera actuación consistió en la retirada de la cera y en la fijación de los estratos que lo requerían. Se realizaron, al mismo tiempo, las diferentes pruebas para abordar la limpieza de la policromía, retirándose las diferentes capas de suciedad y estuco que había en el rostro y las manos. Paralelamente, se abordaron las deficiencias estructurales. Se ha sustituido del candelero, el cuerpo y el sistema de articulación de los brazos. Los que poseía eran de muy mala factura y el paso del tiempo había acelerado, aún más si cabe, su deterioro.

Una vez concluida la parte estructural, se reintegraron volumétricamente las numerosísimas pérdidas de capa de preparación que poseía la imagen, debido a la erosión provocada por elementos metálicos, como alfileres, en la zona del pecho, las sienes y el cabello. Por ultimo, se reintegraron cromáticamente las zonas de desgaste de la policromía y las repuestas anteriormente.

Se procedió también a la limpieza y colocación de las pestañas y las lágrimas, dos de las cuales se han sustituido por no ser originales y formalmente muy distintas de las primitivas.

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