A pie de calle con...

"Hay una catequesis en el padre que le explica un paso a su hijo"

  • Eduardo Martín Clemens, párroco de Santa cruz y delegado de Misiones. Destaca la labor evangelizadora de las cofradías aunque lamenta que muchas veces se queden en lo superficial.

Sus años como misionero en Perú le sirvieron para marcarle una visión más completa de la Semana Santa. Eduardo Martín Clemens es desde septiembre párroco de Santa Cruz, también es delegado episcopal de Misiones. Pertenece a varias hermandades, pero destaca, por la especial devoción, dos: el Cachorro, de la que es hermano desde muy joven; y el Gran Poder, a la que llegó de la mano de Rafael Bellido y Antonio Ríos. Este sacerdote de vocación tardía conoce las interioridades de las hermandades y sabe de su importancia en la Iglesia sevillana, aunque advierte: "Aportan muchísimo, aunque no son lo más importante, pero nunca podríamos prescindir de ellas por muchos motivos".

Martín Clemens es uno de los sacerdotes más solicitados por las hermandades para predicar sus cultos. Esta cuaresma, por ejemplo, predicó en el quinario de la Hermandad de la Bofetá. Fueron unas homilías brillantes. Aunque nació en Morón de la Frontera, desde muy joven ha vivido en Sevilla. De su pueblo conserva la devoción a Jesús Nazareno: "Nací en el seno de una familia muy religiosa. Mi madre era hermana de Jesús Nazareno. También asistía a las conferencias en San Vicente de Paúl". La vocación empezó a cultivarla de joven gracias a los contactos con Acción Católica y a las enseñanzas de los salesianos y jesuitas. "Los misioneros siempre me llamaron mucho la atención por la labor que hacían, aunque me daba un poco de miedo al imaginármelos en la selva...".

La devoción del Señor de Sevilla también era muy de su madre. "Siempre nos llevaba a verlo de la mano cuando veníamos a Sevilla". La devoción al Nazareno de Morón la lleva igualmente en su corazón, una devoción que potenció, al igual que pasó con el Gran Poder, Fray Diego de Cádiz: "Se podría decir que no fue difícil hacer el traslado de Jesús Nazareno al Gran Poder". La vinculación al Cachorro se remonta a la infancia, cuando iba a misa con su hermana. Recién ordenado sacerdote, Bueno Monreal lo nombró director espiritual de la hermandad. "Fue muy importante para descubrir la opción preferencial de las cofradías por los pobres". Martín Clemens pudo descubrir esa labor de las hermandades cuando formó parte de la Bolsa de Caridad del Gran Poder en los años 80.

En el Cachorro ha salido de nazareno en la antepresidencia de Cristo de la Expiración. Los nazarenos le buscaban antes de entrar en la carrera oficial para confesarse. "Es algo que aprendí de Don Antonio González Abato, un sacerdote que entendió como nadie la unión entre la cofradía, el barrio y su parroquia".

Le gusta disfrutar de la Semana Santa, aunque advierte que "quizá todo se haya desbordado un poco, pero Sevilla le sabe poner una medida que se acerca mucho a la perfección". Ve a gente muy preparada para regir los designios de las hermandades, pero desde su condición de sacerdote advierte cierta dificultad para tocar el fondo de los que representan: "Están un poco perdidas en lo superficial". Sí ve que se ha avanzado mucho en los cultos de cuaresma y en l preparación de las estaciones de penitencia: "Las hermandades y la Iglesia están ante el reto de estar incardinadas actualmente en una sociedad muy alejada de la religiosidad. Hay una gran masa que en Semana Santa se acerca al Señor, pero durante el resto del año son muy críticos con la Iglesia y están muy dispersos. Aquí es donde se tendría que hacer más hincapié para evangelizar".

En este sentido, respalda las directrices que el arzobispo Asenjo le está dando  a las cofradías: "Las mima pero les exige. No se pueden perder en los flecos. Hay que ir al meollo, a lo fundamental". Pero, al mismo tiempo, reconoce que mucha gente nunca se habría acercado al Señor sin ver una imagen o un paso por la calle.

Como párroco le gusta potenciar y cuidar la relación con la hermandad. Entiende que son sólo uno y que reman en la misma dirección en busca de frutos espirituales: "La parroquia no entendería sus oficios del triduo sacro sin la hermandad, ni la hermandad se entendería sin la parroquia". Y, sobre todo, el sacerdote resalta el valor catequético de la Semana Santa: "Contemplar a un padre con su hijo a hombros y ver cómo le explica el misterio, el pasaje del evangelio que está viendo, es una auténtica catequesis. ¡Ya la querría yo para muchos catequistas!".

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