VISITA A LOS TEMPLOS DE LA MADRUGADA

La dulce y lenta espera del gozo

  • Grandes colas en la visita a las hermandades de la Madrugada

Jueves Santo. La ciudad se despierta temprano sabedora de que se dispone a vivir uno de sus días grandes: la noche más larga. Es un nuevo día, aún resuenan los últimos ecos de las cornetas por San Andrés. La ciudad se muestra ordenada, quieta, tranquila todavía. La suciedad, ingente suciedad del día anterior, ha sido ya retirada. Parece que nada hubiera pasado. Un nuevo escenario se muestra ante el visitante.

Plaza de San Lorenzo. Nueve y media de la mañana. El olor a café y pan tostado del bar de la plaza recibe al devoto. Alfombra roja en el suelo. Sillas apiladas sobre la fachada de la parroquia dispuestas a servir como el mejor patio de butacas para ver pasar a Dios hecho hombre. Poca gente aún en la basílica. Se puede entrar fácilmente, sin ninguna espera. Suena Pasa la Macarena en la morada del Señor de Sevilla. Los pasos se muestran como siempre. Sobrios y clásicos. El Señor, que este año vuelve a vestir la túnica lisa morada, va exornado con claveles rojos. Blancos los lleva la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso.

Las personas que van llegando al templo comentan lo que ven: "A mí me gusta más el Señor con la túnica lisa, aunque reconozco que, como algo extraordinario, está bien que se le ponga una de las bordadas alguna vez". Extraordinaria era la túnica de los cardos con la que el Gran Poder sobrecogió el año pasado.

Una madre y su hija hablan de los mantos. Comparan el de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso y el de la Macarena. La Madre tiene la última palabra: "Éste es igual de bueno que los de la Macarena, lo que pasa es que la Macarena... es Ella".

Este año la Virgen del Gran Poder lleva el manto azul bordado por Fernández y Enríquez en Brenes, siguiendo un diseño de Garduño. "Éste es el de Lopera, ¿No, papá?

El hilo de la devoción une San Lorenzo con la Macarena a través de las calles Conde de Barajas, Alameda, Correduría, Feria y Bécquer. Un ir y venir de lazos verdes y morados denota el intercambio de rezos entre ambos templos. A las 10 de la mañana la cola para ver a la Esperanza y al Señor de la Sentencia bordea la basílica, sigue por San Luis perdiendose por toda la fachada de la parroquia.

César (no podía llamarse de otra manera) es uno de los 13 armaos que están escoltando los pasos. Lleva 13 años desfilando tras el Señor de la Sentencia. LLegó a la basílica a las ocho de la mañana, hora a la que estaban citados para realizar el turno de escolta. "Antes nadie quería hacer las guardias por eso estaban obligados a hacerla los novatos, pero ahora todo el mundo quiere hacerlas", comenta desde su puesto en la manigueta trasera izquierda de la Virgen.

Por la tarde están citados a las 17:30 para comenzar el desfile sobre las 17:45. Primero irán a Santa Marina: "Nos lo ha pedido la Hermandad del Resucitado". Luego recogerán al teniente en San Juan de la Palma y al capitán en Montesión. De ahí a coger un autobús que los llevará a repartir ilusión al Hospital Infantil y al Maternal. A la vuelta, lo de siempre: los Gitanos, el mercado de la Encarnación, Santa Ángela y el Gran Poder. "Es muy cansado, y la noche previa no duermes porque es como la noche de los Reyes para un niño. Pero esto no está pagado con nada".

Fuera de la basílica muchos hermanos se buscan en los tramos. Para el curioso, un par de apuntes. El capataz de la Sentencia, Miguel Loreto, tiene el número 316 de hermano, y la última pareja de cirios verdes son Eduardo Flores Gutiérrez, con el número 26, y José Luis Roales Román, con el 58.

En el Santuario de los Gitanos coinciden ilustres visitantes: el cardenal Amigo, José Chamizo y la representación del Consejo con el presidente Arenas a la cabeza. Monseñor se dirigió a los hermanos tras rezar: "Estoy deseando que llegue el momento de que el Señor de la Salud entre en la Catedral. Es de los momentos que más me emocionan".

Dos ex mineros de Boliden con camiseta reivindicativa y cámara en mano, visitan a la hermandad del Silencio en San Antonio Abad. Embriagador el aroma del paso de palio de esta cofradía.

En la Magdalena, el Calvario comparte protagonismo con la Quinta Angustia. Muy clásicos los pasos del Cristo del Calvario y la Virgen de la Presentación. Dos hermanos que se encuentran no pueden evitar comentar el triste suceso de la detención la semana pasada del que era hermano mayor. "La hermandad está por encima de las personas", concluye uno".

En Triana, la cola del mediodía llega hasta el número 8 de la calle Pureza, casa donde nació Antoñita Colomé. La primera estrella andaluza del cine y la copla, como recuerda el azulejo de la fachada. En la capilla de los Marineros, adecentada para la ocasión, lucen los dos magníficos pasos de la hermandad. Todo es amabilidad con el visitante en Triana. El Señor de las Tres Caídas vestía la túnica granate bordada estrenada con motivo del IV centenario. Muy elegante las flores del misterio, en tonos morados, con iris, anturios y delfinium. El exornode la Virgen, exuberante, como siempre, lo formaban jacintos, calas, jazmines, frecsias y delfinium, todas flores blancas.

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