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LA CRÓNICA

El gozo de la plenitud

  • La ciudad vivió un arranque sublime con todas las cofradías en la calle, sin calor y con una notable presencia de público · El tranvía fue suspendido al no poder circular con seguridad por San Fernando

La certeza de un buen tiempo, la crisis económica, la celebración de la Semana Santa en una fecha tan alta –con el  precedente más próximo en 1913– que por mucho buen tiempo que haga no invita al exilio playero,  o simplemente el hambre de cofradías que ya se auguraba por la respuesta del público en algunos actos de la cuaresma. El caso es que en casi todas las zonas de alto interés cofradiero se notó una cantidad de público más que notable. Desde por la mañana y hasta última hora del día. Las colas de espera en el Salvador eran sencillamente insoportables. En algún momento llegaron a Puente y Pellón. En la Macarena, los Terceros y San Juan de la Palma había que echarle algo más que paciencia. Serán los efectos del riesgo cero de lluvia anunciado por eso que ahora se llama la Agencia Estatal de Meteorología. Los bares, como siempre,  mandaron los taburetes al almacén y las listas de tapas fueron lastimosamente sustituidas por la media ración o la ración completa. Curioso fenómeno el que la hostelería entierre el principal símbolo gastronómico más allá de nuestras fronteras –la tapa– cuando mayor número de visitantes hay en la ciudad. El día fue pleno en todos los sentidos.

más de aumentos

No sólo se percibió más público en casi todos los enclaves estratégicos. Ayer hubo cofradías que sacaron más nazarenos. En la Cena salieron hasta sesenta más. La clave, según la hermandad, es que el reparto de papeletas de sitio se retrasó considerablemente, acercando las fechas de reparto lo máximo posible al Domingo de Ramos. Esta maniobra provoca un mayor calentamiento, lo que propicia más ganas del hermano por vestirse de nazareno. Resulta mucho más fácil atraer al hermano en marzo que en febrero.

La de Jesús Despojado trajo xilófonos (que no xilófagos, que son los que se nutren de la madera de las imágenes) en la banda de música del paso de misterio. El sonido recordaba al de aquellas bandas de música militares que  en tiempos tocaban en el Santo Entierro por orden de Capitanía. Venían de Madrid sin idea de las costumbres musicales locales. Hasta se le echan de menos. Aquellos xilófonos que perdimos. Sonó Puente de San Bernardo con su tamborrá completa por San Pablo. Con esta cofradía aparecen las primeras estampas típicas: el tío de la escalera, la madre con las botellas de agua y los trajes blancos entre los espectadores con una modalidad consolidada ese año en el segundo lugar: el terno veige con raya diplomática sin embajada en el país del gusto.

El paso de palio de la hermandad de Molviedro es un derroche de buen gusto por sus mil y un detalles. La forma de vestir a la Dolorosa, el palio, la música, los ramos cónicos de flores... Estrella Sublime en la esquina de Zaragoza, el lugar donde la cofradía está más cerca de Triana, justo cuando un nazareno de la cofradía del arrabal cruzaba por medio de la fila de los negros nazarenos.

el público

Lo malo de la Semana Santa no es que haya mucho público en la calle, lo cual es muy deseable. Nada habría más triste que una cofradía por calles despobladas. Casi no tendría sentido. Lo malo es el comportamiento de determinado público. Un charlatán grasioso puede estropear momentos sublimes, como la vuelta del moreno Señor de la Victoria de Arfe hacia Castelar. Qué bien le sienta a este paso el sol trianero que le entra por el cañón de luz de la calle Adriano. Y qué mal le sientan la innecesaria escolta de soldaditos de plomo que le han puesto a los dos pasos de esta cofradía. La militarización excesiva de algunos cortejos, bien por los uniformes  con pretensiones historicistas de los músicos contratados, bien por estos aditamentos, no es garantía de una mejora estética. En esos casos más vale mirar de canastilla hacia arriba, como recomienda la ortodoxia, y dejar al Señor del Porvenir cruzando el Arenal a los melódicos sones de Costalero,  contemplado desde una azotea de la calle Antonia Díaz por un vecino situado junto a unos vaqueros tendidos al sol. 

Es muy probable que los árboles de Arfe no noten la Semana Santa. La cartelería que lucen es como para pensárselo antes de apoyarse en ellos: No tocar, plaguicida. No es mala solución para algunos canastos dorados afectuosamente acariciados por el devotísimo público.

Cuando la espalda del Señor de la Humildad y Paciencia recibe el sol de Martín Villa tiene mucho de superficie lunar marcada por los cráteres. El gran desconocido del Domingo de Ramos sigue teniendo a sus incondicionales cada año. Los niños lo miran agarrados a las rejas de la casa palacio de la esquina de Cuna. “¿Y no lleva música?” “No, este no lleva, porque está pensando, ¿no lo ves?” Y los manigueteros presumidos del barco de la Eucaristía se miran en los escaparates de Sierpes mientras los músicos de la banda ingieren aquarius.

Pero la gran estampa de la cofradía de los Terceros fue el delicioso paso de palio de la Virgen del Subterráneo con una decoración floral exquisita a base de rosas que bien pudieran estar sacadas de un cuadro de Carmen Laffón. La Dolorosa lució ayer un cíngulo realizado a base de joyas donadas por los hermanos de la cofradía.

Mientras la Semana Santa atrapa a muchos por los mil y un detalles de innegable exquisitez, también hay cuestiones terrenales que forman parte de la fiesta.

las incidencias

En el Domingo de Ramos cabe de todo. Extasiarse con las cofradías  en la calle, perdiéndose por la calle o contar minutos en la Campana con el reloj en la mano. Usted elige. Ayer hubo un retraso final de más de veinte minutos que comenzó a acumularse cuando se le desajustó la corona a la Virgen de la Paz. ¿Pero es o qué más da cuando se goza de la plenitud de un día como el de ayer? Otro incidente: el tranvía tuvo que echar el ancla porque le era imposible avanzar con garantías de seguridad por la calle San Fernando. ¿Recuerdan aquellas estampas en blanco y negro de los pasos entre la bulla con los tranvías a pleno rendimiento? Aquellos tranvías que perdimos... La convivencia entre el Metrocentro y las cofradías no duró ni una hora.

El gozo de un día como el de ayer tuvo su refrendo musical. Se oyó en numerosas ocasiones la marcha Pasan los Campanilleros. A la Paz en el primer tramo de Sierpes, con los acólitos ya tostados por el sol y con la cabeza cubierta de pétalos, y a la Estrella en Reyes Católicos, a la altura de la montesinesca casa de El Rito y la Regla, ayer cerrada y con una palma mustia en el balcón.

A  la de San Roque le faltó público por Laraña e Imagen. Es cierto que son calles anchas, pero en comparación con la gran mayoría de zonas céntricas de la ciudad (atestadas al paso de cofradías), resultaba muy cómodo ver el ordenadísimo cortejo del Señor de las Penas y a la Virgen de Gracia y Esperanza. En los puestos ambulantes, las patatas tienen precio de Domingo de Ramos: a dos euros la escuálida bolsa. Y en el balcón de Comisiones Obreras de la calle Imagen sí que se registraba un lleno hasta la corcha para ver el nuevo palio de la Esperanza del Domingo de Ramos.

El Señor de las Penas de la Estrella trianea entre las consabidas ovaciones por San Pablo, una calle de cuyos naranjos literalmente llovían pétalos de azahar. A la altura de la confitería hubo relevos de costaleros cejijuntos, esa modalidad de lucir el costal metido en los ojos que obliga al sujeto a levantar la cabeza para obtener un mínimo ángulo de visión.

La noche es aliada de la Amargura, que fue a los sones de la marcha fúnebre de Chopin por el Salvador en recuerdo del canónigo  Juan Garrido Mesa, el que hizo posible que la ciudad estrenara el templo del Salvador este Domingo de Ramos. La confirmación del gozo de la plenitud.

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