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El Buen Fin

El inmenso valor de una saya

  • Una hermana enferma donó la pieza de ajuar que lució ayer la Virgen

Cuando llega la cruz de guía del Buen Fin a la plaza de San Lorenzo la recibe un ruido metálico. Es el que hacen las cucharillas del café chocando con las tazas y los platos. Sale de los bares de la plaza, a cuál mejor. El Sardinero, el Eslava, Casa Clemente, la Abacería de San Lorenzo, Casa Rafita, el bar Rodríguez... Todos dignos de figurar en cualquier guía gastronómica de la ciudad. Todos llenos de gente. Familias enteras merendando, pasando un rato agradable mientras esperan la llegada del crucificado del Buen Fin, mientras se oye a lo lejos el eco de una marcha de la Centuria.

En el centro de la plaza permanece la alfombra roja manchada de cera de la Bofetá. En la Basílica el Señor ya está en su paso y las puertas están abiertas para quien quiera entrar a verlo. Los nazarenos del Buen Fin lo ven desde lejos, al fondo, en la penumbra de la iglesia. Hay alguno que se estira, que se pone de puntillas disimuladamente para tener mejor vista antes de girar a la derecha y seguir adelante. El crucificado pasa sobrio, avanzando de frente, parándose ante las representaciones de las tres hermandades que tienen su sede en la plaza.

El palio de la Virgen de la Palma da la vuelta hacia San Lorenzo envuelto en una nube de incienso y en otras dos de globos de helio, con esos angelotes en las bambalinas que le dan una alegría singular a su paso. El gran estreno de esta cofradía este año es la saya de la Virgen, una saya blanca de hojilla donada por una hermana y hecha en los talleres de bordados de la propia hermandad. La saya tiene su historia y su valor.

La hermana que la ha donado se sometió a una operación de corazón. Cuando estaba en el hospital su marido le daba ánimos. "Tienes que salir de ésta porque hay que terminar la saya, que la Virgen la tiene que llevar este año". La mujer salió, se recuperó y la Virgen lució ayer su regalo. "La saya del milagro", decía ayer emocionado el hermano mayor. Una buena historia más de una hermandad que llena el año de buenas historias a través de su centro de estimulación precoz.

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