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Cofradias

Las otras magnas manifestaciones de fe

  • Durante el pasado siglo se han organizado procesiones colectivas o traslados masivos a instancia del Arzobispado

La cuaresma del próximo año comenzará a lo grande con el vía crucis que, a dos meses vista, prepara con intensidad el Consejo de Cofradías por indicación expresa del Arzobispado, que pretende de este modo dar una dimensión especial a la celebración del Año de la Fe. Hasta 14 pasos acudirán a esta gran celebración el 17 de febrero. No es la primera vez que la autoridad eclesiástica recurre a las hermandades para realzar importantes celebraciones de la Iglesia. Ejemplos hay muchos. En el siglo XX, desde la procesión organizada con motivo de la proclamación de la Virgen de los Reyes como Patrona de la Archidiócesis, a la salida de la Esperanza Macarena para presidir la beatificación de Madre María de la Purísima.

Las Misiones Generales de 1965 son el ejemplo más claro de esa estrecha colaboración entre las hermandades y el Arzobispado. El cardenal Bueno Monreal solicitó la colaboración de las cofradías para que trasladaran sus pasos a diferentes barrios periféricos de la ciudad donde no existían imágenes devocionales. El objetivo de aquella iniciativa era catequético y resultó todo un éxito. Ese año se pudo ver al Señor del Gran Poder hasta en cuatro ocasiones en la calle, un hecho insólito: los dos salidas para las misiones, la procesión de la Madrugada del Viernes Santo y la que se organizó para el traslado a la nueva basílica en la que salió de San Lorenzo, fue a la Catedral y se recogió en su nueva sede canónica. Todo ello el mismo día.

En las misiones llegaron a participar una treintena de hermandades que peregrinaron con sus imágenes a lugares como el Cerro del Águila, el Polígono de San Pablo o el cementerio de San Fernando. Los referentes devocionales de la ciudad no faltaron en estas misiones auspiciadas por Bueno Monreal. La Esperanza Macarena fue al Polígono de San Pablo y el Señor del Gran Poder al sanatorio de San Juan de Dios de Nervión. La Virgen de los Reyes también protagonizó dos salidas extraordinarias ese año por el magno acontecimiento. Una, el 14 de febrero, junto al Cautivo de San Ildefonso para presidir una concentración de fieles junto a la Catedral. La segunda, el 31 de marzo para la clausura, que tuvo lugar en la Puerta de Jerez. También participaron muchas otras imágenes, como la Soledad de San Lorenzo, que acudió a San Jerónimo y al cementerio de San Fernando; el Cristo de las Misericordias, que fue hasta Los Remedios; la Virgen del Dulce Nombre, al Cerro del Águila o la Virgen de la Paz, que presidió un acto en la Plaza de América.

Algunos años antes, y auspiciadas por el cardenal Segura, tuvieron lugar otras misiones. La primera, en 1941, se celebró en todas las parroquias, donde hubo vía crucis y rosarios de la aurora con diferentes imágenes. La segunda misión fue 11 años después. En ambas se organizaron actos conjuntos y de gran relevancia en los que participaron conjuntamente las cofradías.

El domingo 24 de noviembre de 1946, bajo el pontificado del Cardenal Segura, se organizó la denominada Procesión Magna del Patronato por la proclamación de la Virgen de los Reyes como patrona de Sevilla y su Archidiócesis. En ella participaron nutridas representaciones de las hermandades sacramentales, de gloria y de penitencia de la ciudad, además de los pasos de la Virgen del Pilar, de la parroquia de San Pedro; la Virgen de la Amargura; la Reina de Todos los Santos, de la parroquia de Omnium Sanctorum; la Virgen del Valle; la Virgen el Amparo, de la parroquia de la Magdalena; y la Esperanza Macarena. Las tres dolorosas acudieron en sus pasos pero sin el palio y con una curiosa disposición. La Amargura llevó los candelabros del paso de misterio; y la Macarena, los faroles del paso del Señor del Gran Poder y claveles rojos.

El 12 de noviembre de 1950, tras proclamar Pío XII a principios de ese mismo mes el Dogma de la Asunción, se organizó otra procesión solemne en la que figuraron las imágenes de la Virgen de la Luz, de la Hermandad de la Carretería; la Virgen de la Alegría, de San Bartolomé; la Divina Pastora, de Santa Marina; la Virgen del Rosario, de la Hermandad de Montesión; la Virgen de la Presentación, de la Hermandad del Calvario; la Virgen de Loreto, de la Hermandad de San Isidoro; y la Patrona, la Virgen de los Reyes. Las dolorosas, como ocurrió cuatro años antes, no llevaron palio. La Esperanza de Triana salió por su barrio por el mismo motivo. El cortejo también llegó hasta la Plaza Nueva.

También se organizaron en el pasado siglo varias exposiciones con pasos e imágenes de Semana Santa. En 1929, tuvo lugar una muestra en el Salvador con motivo del Congreso Mariano que se celebró de manera paralela a la Exposición Iberoamericana. Aunque hubo traslados públicos, la mayoría de los pasos e imágenes se llevaron en privado y se montaron en la iglesia. Hubo dos turnos. En el primero, de mayo a julio, se expusieron los palios del Dulce Nombre, el Refugio, la Amargura, el Patrocinio y el Amparo de la Magdalena. En septiembre se pudo contemplar los de la Virgen de la Victoria, la Esperanza de Triana, Gracia y Esperanza y la Virgen de la Luz de San Esteban.

Con motivo de la Exposición de 1992 se organizó la muestra Los esplendores de Sevilla. Varias imágenes formaron parte de ella. Hasta la iglesia del Salvador, dentro del apartado La Pasión, se llevaron los pasos de misterio de la Presentación al Pueblo de San Benito y la Exaltación, y los palios de la Virgen del Dulce Nombre y la Victoria de las Cigarreras. Todos ellos permanecieron expuestos durante un mes junto a los del Señor de Pasión y el Cristo del Amor. Frente al Salvador, en San Juan de Dios, tuvo lugar la muestra dedicada a las Glorias, en la que participaron la Virgen de la Luz, la Virgen de la Alegría, la Virgen del Amparo, la Divina Enfermera, Madre de Dios del Rosario, la Divina Pastora de las Almas, la Virgen de los Reyes (Patrona de los Sastres) y la Virgen de la Salud. También en el 92 los pasos de la Candelaria y el Cristo de Santa Cruz estuvieron en la Catedral por la Magna Hispalensis.

Más recientemente, en 2003, estuvo a punto de producirse un hecho insólito. La propuesta nació de las hermandades y del propio cardenal Amigo, entonces todavía arzobispo. Con motivo del centenario de la Concordía se planteó un vía crucis conjunto el primer lunes de cuaresma con el Señor del Gran Poder y la Virgen de la Esperanza. Pese a la predisposición del Arzobispado, el Consejo de Cofradías dejó pasar la oportunidad histórica y optó por la fórmula tradicional.

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