Cofradias

El misterio imposible de la Trinidad

  • Álvarez Duarte talló el Cristo de las Cinco Llagas con la idea de completarlo con nuevas imágenes secundarias. Tras un debate interno, se optó por mantener las demás figuras.

El 28 de febrero de 2002, en la iglesia de María Auxiliadora, era bendecido el nuevo Cristo de las Cinco Llagas, obra de Luis Álvarez Duarte. Con esta imagen se ponía fin a las vicisitudes que había pasado la archicofradía de la Trinidad con el titular de su paso de misterio. A lo largo de la historia, las sustituciones habían creado una polémica que se reproducía de vez en cuando, y que alcanzó su epílogo con las dos imágenes de Manuel Hernández León.

Poco después de que Álvarez Duarte restaurara a la Esperanza trinitaria el año 2000, la cofradía tomó la decisión de encargarle un nuevo Cristo. El propio imaginero reconoce que lo talló pensando que haría un nuevo misterio completo. Para ello realizó un boceto, plasmando su idea del paso. Una de las principales novedades era que los santos varones no aparecerían en lo alto de las escaleras, sino al pie de la cruz. Dice Álvarez Duarte que esta idea se le ocurrió porque "con tener arriba a las imágenes de Nicodemo y José de Arimatea de la Quinta Angustia, ya sobran todos los demás".

En la composición del misterio, otra aportación era que San Juan aparecía abrazando y confortando a la Virgen de la Concepción, mientras la Magdalena quedaba arrodillada sosteniendo un cáliz. Nicodemo y María de Cleofás quedaban tras la cruz, mientras José de Arimatea preparaba la sábana con María Salomé. Todas las figuras mostrarían una línea estética acorde con la del Cristo. La Magdalena no tendría el pelo natural, sino tallado.

Finalmente, la Trinidad optó por no encargar las restantes imágenes del misterio. En ello influyó la diversidad de opiniones que existía entonces entre los cofrades. Unos eran partidarios de crear un Calvario clásico, sólo con la Virgen de la Concepción, San Juan y María Magdalena; otros querían el misterio completo, con las Marías y los santos varones; y al final se impusieron los que eran partidarios de dejar al Crucificado nuevo con las imágenes existentes.

En el actual misterio se aprecian claramente las diferencias artísticas. Las figuras secundarias son obras de diversos autores, realizadas en diferentes periodos del siglo XX, algunas en sustitución de otras anteriores. Luis Álvarez Duarte dice que respeta el criterio que se impuso, aunque siempre fue partidario de realizar un nuevo misterio completo. "De todos modos -reconoce el imaginero- para mí lo más importante es el Cristo, que considero entre mis obras más logradas, aparte del valor emotivo por la devoción que yo siempre le tuve a la Virgen de la Esperanza".

Luis Álvarez Duarte nació en la Huerta de los Granados, en la actual calle Venecia. Acudía muchas veces al templo de los Salesianos de la Trinidad y admiraba la belleza de la Esperanza. Es lo que intentó reproducir en el Crucificado, que tiene un estilo romántico, evocador de las obras de Juan de Astorga, aunque pasado por el sello propio de Álvarez Duarte. Sobresale el tratamiento anatómico del Crucificado, minucioso en todos los detalles (por ejemplo, el cabello), así como el espléndido paño de pureza y los tonos suaves de la policromía.

Algunas personas han creído ver ciertas semejanzas con el Cristo de la Buena Muerte, que el imaginero comenta: "Si alguien opina que recuerda al Cristo de los Estudiantes, que es extraordinario, no me molesta. Pero la verdad es que tiene más inspiración en Juan de Astorga, y concretamente en la Esperanza de la Trinidad. Se puede ver también esa inspiración en algunos crucificados de Astorga, como el de Bormujos y el de la Escuela de Cristo. Pero, al final, es el Hijo de la Esperanza, y es mi Cristo de las Cinco Llagas para Sevilla".

Por eso, Álvarez Duarte no quiso tallar un Cristo duro, ni retorcido, ni sobrecogedor. Por el contrario, inspira dulzura y serenidad, a lo que contribuye que no le puso corona de espinas.

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