Cofradias

El regreso

QUERIDO Rafael: Te escribo desde esta ciudad de nieblas y olvidos. Hoy es el primer viernes de cuaresma y Sevilla te echa de menos. Está bellísima como una rosa entreabierta. ¡Si aún estuvieras con nosotros...!

-Perdón.

-¿Rafael?, ¿tú qué haces aquí?

-¿Cómo que qué hago aquí? ¿No me has llamado?

-Sí, pero...

-Ni peros ni peras. Parece mentira que aún no sepas los peligros que tienen los articulitos sensibleros. Y, además, con cursilerías floridas dentro. ¡Qué tópico eres, hijo!

-Pero, Rafael.

-Que te he dicho que ni peras ni damascos vendo. Al grano, que te dieron sólo una columna y tengo muchas cosas que preguntarte. ¿Cómo va todo por Sevilla?

-Pues mira, tocayo, no es por amargarte el regreso, pero esto ha cambiado bastante durante los últimos cinco años. ¿Te acuerdas que les decías a los taxistas que bordearan la calle Conde de Barajas para evitar un soponcio recordando el crimen de la casa de Bécquer? Pues ahora creo que tendrías que rodear toda la ciudad por fuera de la muralla. Fíjate sólo en esta Avenida: ¡sin aceras te la han dejado!

-Algo raro noté cuando venía desde la Puerta Jerez. ¿Y mis paisanos qué dicen?

-Tus paisanos callamos. Ya sabes que el sevillano es muy de cofradía de ruán.

-Pero, ¿no queda nada de aquellos años irreparables?

-Bueno. Nuestra ciudad renace y se reinventa cada primavera. También se producen variaciones,... aunque no sé: no creas que es oro todo lo que reluce.

-¡Hombre! No pretendo que aún esté tocando el brigada Rafael, pero me asustas. ¡A ver si los pasos hoy se mecen al compás del claxon de los coches!

-Pues ahora que lo dices,... aunque eso da para más de una columna. Yo también tendría mucho que contarte y ésta se acaba. ¿Te veré pronto, Rafael?

-La próxima semana te busco en esta misma esquina.

-Dirás en esta misma columna... de la Avenida.

Nos despedimos con un abrazo tan grande como mi alegría. Rafael Montesinos ha regresado a Sevilla y ahora observo su sombra perderse a la altura de la Puerta del Perdón. Sé que va a buscar algo en la Giralda. Me lo dice la luz de este mediodía de cuaresma recién estrenada.

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