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Antes de Drácula

  • El guionista Robin Wood y el dibujante Alberto Salinas muestran a un personaje que narra su propia historia dentro de un mundo en el que las atrocidades son moneda corriente

El Drácula de Wood y Salinas.

El Drácula de Wood y Salinas.

Vlad Tepes III (1428-1476), príncipe valaco, fue conocido en vida por dos apodos. Se le llamó El Empalador, por su manía de atravesar con un palo -desde el coxis hasta la nuca-, a sus enemigos y a quienes él consideró culpables de algún delito. También se le llamó Drácula, en rumano "hijo de Dracul". El origen de este término es el emblema de su blasón familiar, ya que su padre Vlad II pertenecía a la Orden del Dragón, fundada en el siglo XV para luchar contra el invasor turco. Pero dado que drac en rumano significa "diablo", también podría ser "hijo del demonio", ya que su padre se ganó el sobrenombre de "diablo" por sus maniobras políticas.

Consiguió reinar tres veces en Valaquia, un pequeño estado al sur de Rumanía, independiente hasta la invasión turca. Fueron éstos quienes consiguieron abatirle al fin en una emboscada a finales del mes de diciembre de 1476.

A pesar de las atrocidades que cometió, en vida jamás se le asoció al vampirismo. Ese dudoso honor se lo debe al escritor irlandés Bram Stoker, que en 1897 le convirtió en protagonista de su novela Drácula. Y aquí empieza la leyenda.

Pudo influir en Stoker la existencia de Elizabeth Bathóry, una pariente lejana de Vlad que vivió en el siglo XVII y recibió el apodo de la condesa sangrienta porque, al parecer, acostumbraba a degollar a muchachas vírgenes para bañarse en su sangre, en la creencia de que así prolongaría su vida y juventud eternamente.

La novela de Stoker está ambientada en los Cárpatos de Transilvania, territorio en el que durante la Edad Media se propagó la leyenda sobre seres capaces de sobrevivir a la muerte a base de succionar la sangre de los vivos durante la noche. Allí, el único personaje histórico con un perfil que le convertía en candidato natural al vampirismo era Vlad Tepes.

Stoker también pudo inspirarse en El vampiro (1816), de John William Polidori, que se basa en una antigua creencia griega -citada por Esquilo y Eurípides-, según la cual los espíritus de personas muertas de forma violenta regresaban para causar daño a los vivos. Por tanto, no es casual que Polidori situara la acción de sus vampiros en Grecia.

En 1991, se publicó originalmente el cómic Drácula, de Robin Wood y Alberto Salinas, en la revista italiana Skorpio. El paraguayo Robin Wood fue durante años el principal escritor de la editorial argentina Columba, hasta el punto de que tuvo que surtirse de seudónimos para ocultar que la misma persona escribía la mayoría de los guiones. Entre sus series: Nippur de Lagash (1967), Jackaroe (1968), Gilgamesh el inmortal (1969), Dax (1978) y Dago (1981). En 2016, Robin Wood anunció su retirada profesional por problemas de salud.

Wood se centra en el protagonista y a él supedita todo lo demás, la única voz de la historia es la de Vlad contándonos su vida, de hecho la está narrando a un escribano ante su previsible derrota y muerte. Wood pretende proporcionarnos una visión neutra del personaje. Nos cuenta sus atroces crímenes sin tratar de infravalorarlos, pero también nos muestra que vive en un mundo donde esas atrocidades son moneda corriente y pretende presentárnoslo como un personaje que las utiliza como arma a falta de otras mejores.

El Vlad Tepes de Robin Wood es leal a quienes le son fieles hasta extremos inusuales en la época y siente un sincero amor hacia su familia, que incluye incluso a su hermano Radu, su eterno rival. Este amor sólo es superado por el que siente hacia su propia patria, a la que sueña con ver unida y libre de injerencias extranjeras. El problema de Vlad es que ama a su tierra pero no siente simpatía por sus moradores, a los que ve como un estorbo.

No sólo el personaje de Vlad Tepes está bien construido, sino que Wood se esmera en los secundarios. Su hermano Radu, su fiel criado y consejero Vasili, su esposa, inicialmente atraída sólo por morbo y luego enamorada de él, y todo un largo plantel de personajes históricos. Wood rehúye el elemento fantástico y lo reduce a pequeños detalles anecdóticos.

Y llegamos a la parte gráfica. El dibujante argentino Alberto Salinas (fallecido en 2004) es hijo del gran José Luis Salinas. Alberto Salinas realiza un trabajo más que correcto, con una buena caracterización de los personajes y una convincente recreación histórica.

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