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La cima del Oeste

  • La saga de Blueberry es un triunfo artístico, uno de los mejores tebeos de la historia y una de las cimas del wéstern, dentro y fuera del cómic.

Recuerdo que llegué tarde a Blueberry, a eso de los 17 o 18 años. No me gustaba el wéstern, pero adoraba a Moebius y decidí darle al fin una oportunidad a este trabajo seminal suyo, de cuando firmaba como Jean Giraud. Andaba yo leyendo a Crepax, a Breccia, a Spiegelman, a Muñoz y Sampayo, había descubierto ya la obra de Raúl y Del Barrio, buscaba como loco cualquier cosa de Gary Panter y alguna edición decente del Krazy Kat de Herrimann, o sea que estaba inmerso en las fronteras del cómic como medio de expresión.

Una imagen de la obra Una imagen de la obra

Una imagen de la obra

He dicho que no me gustaba el wéstern, y no es del todo cierto. En mi más tierna infancia había devorado las entregas de Comanche en el Mortadelo Semanal y, un poco más tarde, había hecho lo propio con el Jerry Spring de Jijé, que asomó brevemente en la revista Spirou Ardilla. Y poco más. El caso es que había llegado el momento de Blueberry y me acerqué a la vieja librería Tótem. En el expositor de Grijalbo, había 15 o 20 álbumes de Blueberry, todos carísimos. El primero de la colección, me advirtieron, no era el primero que se había publicado en Francia, allá por la década de 1960, y es que la edición española ordenaba los arcos argumentales de una forma peculiar. Existía además una segunda cabecera, La juventud de Blueberry, de realización más moderna (el primer álbum vio la luz a mediados de los 70), cuyo argumento se situaba cronológicamente antes de la serie normal. Disciplinado como yo era, me decidí por el debut del personaje, Fort Navajo, el tebeo más antiguo de todos, pero no les quedaban ejemplares. Por aquello de empezar por el principio, aunque fuese argumentalmente hablando, me compré los dos o tres primeros de La juventud de Blueberry, que era otra forma de principio, y me pillé también La mina del alemán perdido, que alguien me había recomendado. Los de La juventud me decepcionaron bastante, no llegué a abrir La mina del alemán perdido y me olvidé de Blueberry. Con los años, cayeron en mis manos otros wésterns como Sunday o Los Gringos, del gran Víctor de la Fuente, y un ciclo de John Ford transformó mi visión del género para siempre. En pocas palabras, del desinterés pasé al amor, y luego a la devoción. Fue entonces cuando me acordé de que tenía La mina del alemán perdido en alguna parte, criando polvo, lo leí y me explotó la cabeza.

La saga de Blueberry, obra maestra de Jean-Michel Charlier y Jean Giraud (nombre real de Moebius), es un triunfo artístico, uno de los mejores tebeos de la historia y una de las cimas del wéstern, dentro y fuera del cómic. Posee una enorme sofisticación literaria y gráfica y una extraordinaria capacidad de seducción. Norma Editorial está recuperándola ahora en hermosos integrales, a razón de tres álbumes por volumen en orden original, de los que ya van publicados dos tomos que incluyen también jugoso material adicional. Es la oportunidad perfecta para descubrir o redescubrir esta maravilla en su orden original. Les recomiendo que no pierdan el tiempo y los lean cuanto antes.

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