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La llegada de Conan

  • El primer número de la integral incluye diversos paratextos: una introducción del director editorial David Hernando y los cuatro epílogos de Thomas de los primeros cuatro tomos

Detalle de la portada del volumen.

Detalle de la portada del volumen.

He perdido la cuenta de las veces que se ha reeditado en España el material incluido en este primer integral de Conan el bárbaro (sin ir más lejos, el año pasado se publicó una edición conmemorativa del 35 aniversario del personaje en Planeta que tenía un formato semejante y traía exactamente los mismos cómics, solo que aquella estaba limitada y numerada y ofrecía, además, algunos contenidos extra exclusivos). Para mí, la mejor edición sigue siendo aquella otra que publicó también Planeta entre 1998 y 2001, los 98 números de la colección de cuadernillos grapados que casi abarcaron al completo la primera etapa (la mejor) del guionista Roy Thomas al frente de Conan the Barbarian. Lo que tenemos aquí son los números 1 a 15 y 17 a 26 de la mítica cabecera, más las páginas correspondientes de los 2 y 3 de la revista Savage Tales, es decir, los primeros tebeos estadounidenses del personaje, escritos todos ellos por Thomas y dibujados casi todos por Barry Smith (la excepción son un par de Gil Kane y otro par de John Buscema), no con sus colores originales, sino con la interpretación digital característica de las reediciones de Dark Horse, que ya vieron la luz primeramente en la colección Las crónicas de Conan. El presente libro incluye diversos paratextos, a saber: una introducción del director editorial David Hernando (que tenía sentido en lo del 35 aniversario, y aquí no tanto), y los cuatro epílogos de Roy Thomas extraídos de los primeros cuatro tomos de Las crónicas de Conan, y es que este integral viene a ser una compilación en formato Omnibus de dichos tomos, con diferente calidad de papel, diferente traducción y diferente rotulación.

Si alguien no tiene estos cómics, mi consejo es que salga corriendo a comprar el volumen. Ya digo que no es la edición perfecta (¿quién fue el lumbreras que tuvo la feliz idea de colorear Clavos Rojos, esa joya absoluta del blanco y negro?) pero es la que hay, esta y la de Las crónicas de Conan, que les saldrá más cara (aunque puestos a elegir, si es que tienen el dinero, Las crónicas les resultará más cómoda de leer y, en mi opinión, ofrece una rotulación bastante más elegante). A los que ya lo tienen, esto es, a los aficionados a Conan de toda la vida, no les digo nada porque ya sé que se lo comprarán, llueva o truene. (No tenemos remedio.) Del trabajo de Thomas y Smith en Conan se ha hablado tanto (pero tanto, tanto), que no sé qué más puedo yo añadir, si acaso, recordar que se trata de una de las cumbres del tebeo de fantasía estadounidense, que ofrece algunas de las mejores adaptaciones gráficas de la obra de Robert E. Howard (el resto se cuentan entre los mejores pastiches que se han realizado nunca con los conceptos creados por el escritor texano) y que su lectura proporciona, horas, días, años de placer continuado. Si tuviera que elegir, incluiría estas páginas (junto con las otras de Conan que escribió Thomas en los setenta y primeros ochenta) en cualquier lista de los diez mejores cómics publicados por Marvel en toda su historia.

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