Copa del Rey

La mascota que pudo con la barretina azulgrana

  • El dirigente será foco principal por el sombrero que usa en la Copa desde que fue talismán en Barcelona. Una legión seguirá la moda marcada por el adalid sevillista

LA superstición podrá con el confort. José María del Nido sudará más de lo normal en el palco del Camp Nou y no por la tensión propia de una final, que ya ha vivido muchas, sino porque la temperatura no será la misma que cierta noche de enero. Al presidente del Sevilla le trajeron los Reyes Magos un elegante sombrero que venía con premio. Sirvió de talismán al ser testigo mudo de la victoria por 1-2 en la ida de los cuartos de final de la Copa en el Camp Nou. Joan Laporta se había dejado en casa la barretina. El fetiche se agrandó en la vuelta, con la eliminación del coloso azulgrana, y a raíz de ahí acompañó al dirigente a La Coruña y Getafe. El más duro invierno que se recuerda estaba dando sus coletazos y el sombrero cumplía a la perfección sus dos funciones: abrigar contra el frío y contra la veleidad de la diosa Fortuna. Mañana volverá a lucirlo. La máxima prevista es de 18 grados. Cabe el sombrero. Cabría hasta con 30 grados.

mascota vs. gorra

Desde la misma eliminación del Barcelona, José María del Nido prometió que se colocaría la mascota, el nombre que se da en Andalucía al clásico borsalino italiano, en cada una de sus visitas coperas. La prenda fue adquirida en la Casa Yustas, en la Plaza Mayor de la Villa y Corte, en el mismo corazón del Madrid de los Austrias, y fue a descubrir su poder mágico al final de la Diagonal barcelonesa. Y allí irá a parar otra vez con la esperanza de que su poder no se quedara en un sortilegio cainita conjurado desde el más rancio madridismo con efectos colaterales contra gallegos y getafenses. La prueba definitiva será ante los vecinos del río Manzanares. Cayó la barretina y ahora debe sucumbir la palpusa, que es como llama el castizo madrileño a la clásica gorrilla de cuadros.

Del Nido, hombre de probada energía centrípeta en las grandes citas del Sevilla, se ha parapetado en el año más convulso que ha vivido desde que preside la planta noble de Nervión, en lo deportivo y en lo particular, bajo una mascota que ya es un icono para miles de sevillistas. La hinchada blanquirroja, crítica y exigente, se une bajo su voz de mando en los momentos clave. Y se volverá a apretujar para dejarse seducir por su retórica grandilocuente. En la arenga previa a la final miles de ellos vibrarán con su discurso y lo harán tocados de una mascota. ¿Quién dijo que el sombrero es un anacronismo?

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