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Entrevista Carlos Álvarez | Barítono

"Eurípides decía que el teatro estaba en crisis y hemos sobrevivido a todas las catástrofes"

  • El artista malagueño cantará hoy en la inauguración del Festival de Música y Danza como solista junto a Carlos Mena, Xabier Anduaga y Katharina Konradi

  • Debutará en el certamen pero lleva unido a esta ciudad desde sus inicios: "He venido mucho al Falla y Granada me pertenece emotiva y profesionalmente"

Carlos Álvarez (Málaga, 1966) posa en el interior del Falla donde ha actuado bastantes veces.

Carlos Álvarez (Málaga, 1966) posa en el interior del Falla donde ha actuado bastantes veces. / Jesús Jiménez / PhotographersSports

Londres, Viena, Tokio, Génova, Barcelona, Madrid. Al barítono Carlos Álvarez (Málaga, 1966) se lo rifan los grandes teatros de medio mundo. El cantante lírico se ha convertido en una de las voces más destacadas del panorama operístico internacional. Su trato, sin embargo, dista mucho del arquetipo de divo. Afable y sosegado, el artista atiende a este periódico en persona antes de su debut de hoy en la inauguración del Festival de Música y Danza. "Puedo hablarte de mis inicios aquí cuando Carlos Álvarez no era nadie y estaba en el Coro de Ópera de mi ciudad. Venía a cantar en las reuniones de coros que se hacían en el Falla. Venía en las Navidades y hacía la Canción del toreador de Carmen", recuerda entusiasmado.

Aquel joven de 23 años es hoy un cantante lírico consagrado con más de tres décadas de carrera. "Esos son mis orígenes y me siento muy orgulloso de haber podido crecer en un escenario como el Falla. Yo nunca pensé que me iba a dedicar profesional a esto", reconoce. Álvarez quería ser médico. Cuando llegó al cuarto curso de Medicina tuvo que decidir si estaba encima del escenario o en un hospital. "Todo es un regalo para mí. Todo se convierte en el día de Reyes cada vez que estoy trabajando y no sólo cuando el público me ve, sino cuando estoy en casa y desentraño una partitura. Es un privilegio", afirma.

-¿Cómo ha vivido estos meses de crisis a nivel personal y laboral?

-Fue brutal porque no es que se parara nuestra profesión, es que se paró el mundo. Entonces lo primero que aparece es la sensación de que la incertidumbre lo llena todo hasta que te das cuenta de que siempre hay una luz que te va marcando el camino. La luz era la necesidad de la recuperación. El Festival de Música y Danza es pionero a la hora de promover que la normalidad vuelva manteniendo todas las medidas de seguridad. Que además de ser eficaces son avalentes. Vamos a demostrar que somos capaces de hacer cosas manteniendo las medidas de seguridad y que nos vamos a ir recolocando de nuevo.

El barítono malagueño posa junto a su inseparable mascarilla. El barítono malagueño posa junto a su inseparable mascarilla.

El barítono malagueño posa junto a su inseparable mascarilla. / Jesús Jiménez / PhotographersSports

-Xabier Anduaga, otro de los solistas del espectáculo, dijo recientemente en una entrevista que no entendía la ópera sin abrazar o tocar. ¿Cuáles son las dificultades para un cantante lírico a la hora de volver a esta nueva normalidad?

-Eso va a ser complejo. En todo caso, este tiempo nos ha permitido repensar que es lo que tenemos que hacer o cuáles pueden ser las iniciativas. Si el público se convierte en cómplice podemos ofrecer ópera en versión de concierto, semiescenificada de alguna manera. Creo que puede servir como excusa para hacer que existan nuevas formas de comunicación encima del escenario. ¿Va a ser distinto? Sin duda. ¿Seremos convincentes? Vamos a tener que ser pavlovianos. El científico Pavlov hacía que sus perros reaccionaran al estímulo. Nosotros vamos a tener que hacer lo mismo. Esto será una prueba de ensayo acierto error hasta que lleguemos a la normalidad definitiva.

-El otro día pasé la mañana con la OCG y algunos músicos me contaron que sienten cierta preocupación. Vais a ser bastantes en el escenario. Usted, además, protagonizará parte de la nueva temporada del Teatro de la Zarzuela. ¿Se pensó aceptar estos proyectos por miedo a la situación?

-Son situaciones distintas. En un colectivo tú no puedes decidir por ti mismo. Mientras que yo sí. Yo puedo asumir el riesgo profesional individual. La enfermedad la debemos asumir como parte del riesgo laboral. A mí me parece que si no lo hacemos así los estímulos o feedback positivos que podamos tener no lo vamos a descubrir nunca. Así que si somos capaces de diferenciar bien las responsabilidades colectivas, las responsabilidad individuales y las responsabilidad del público... El público se tiene que sentir seguro y cómodo para poder decidir si compra una entrada y asiste a un espectáculo. Si somos capaces de reunirnos en los bares, de ir en los medios de transporte públicos, en el teatro va a pasar exactamente lo mismo. Siempre respetando las distancia de seguridad y poniéndose uno la mascarilla.

-¿Conforme ha avanzado la desescalada creen que han sido demasiado duros o exigentes con el sector de la cultura? Hablamos de un sector precario y no sólo en el ámbito musical.

-Ahora prima la seguridad sobre la posibilidad de trabajar. Si sabemos que corremos el riesgo de que alguien pueda perder la vida, yo prefiero sin duda que alguien no pierda la vida por el hecho de querer trabajar. El problema añadido es que este sector es un sector que tiene una especificidad: hay mucha gente encima de un escenario haciendo cosas. Los técnicos, por ejemplo. Todo lo que está detrás que también requiere de unas medidas de seguridad. Es un tiempo de no perder la calma, de tener la confianza de que en caso de necesidad vamos a tener alguna ayuda y de que pertenecemos a una población general. Y dependiendo de cuál sea la evolución nosotros también vamos a poder evolucionar a una mejor posición. Cuando uno decide convertirse en un artista, en un intérprete, sabe que existe un riesgo. Los griegos hace 3.000 años ya decían lo mismo del teatro. Eurípides decía que el teatro estaba en crisis y hemos sobrevivido a todas las situaciones catastróficas. El teatro se sigue manteniendo, y el mundo de la ópera tiene 400 años y ha sobrevivido.

Andrea Marcon, Carlos Mena, Katharina Konradi, Xabier Anduaga y Carlos Álvarez posan en la rueda de prensa del Festival. Andrea Marcon, Carlos Mena, Katharina Konradi, Xabier Anduaga y Carlos Álvarez posan en la rueda de prensa del Festival.

Andrea Marcon, Carlos Mena, Katharina Konradi, Xabier Anduaga y Carlos Álvarez posan en la rueda de prensa del Festival. / Jesús Jiménez / PhotographersSports

-Ahora además os vais a organizar a nivel sindical. Habéis creado la Asociación de Artistas Líricos.

-Nunca habíamos tenido la oportunidad de actuar y tener una voz como colectivo. Yo pago el 10% de lo que gano a mi agente para que se preocupe de organizar todo lo que tiene que ver con mi trabajo que no es meramente artístico. Estamos hablando de la intendencia. Pero la intendencia en gente como yo puede ser un poco más fácil. Cuando es realmente complicado es cuando no tiene una agenda que está llena y cuando tu contrato depende de unas condiciones leoninas. Cuando el cantante o el artista tiene que hacer una inversión a priori para poder un sitio a trabajar y no tienes la seguridad de que te van a pagar. Cuando la propia administración juega a un invento como convertirte en autónomo para poder ser contratado por terceros. Ese tipo de circunstancias tiene que ser resueltas fundamentalmente para la gente que tiene menos capacidad de reacción. Nosotros tenemos que unirnos. Al día siguiente del confinamiento se creó el sindicato. Ahora somos un colectivo que tiene la posibilidad de ser representado. Podemos negociar con las administraciones y con quien sea. Espero que nos lo tomemos en serio.

-Durante el confinamiento, numerosas editoriales, plataformas de streaming y personas a título individual han regalado cultura a coste cero. ¿Qué opina?

-La cuestión es convencer a la gente de que ese trabajo tiene un precio, y encontrar el equilibrio entre lo que vale nuestro trabajo y la aportación que podemos hacer en situaciones dramáticas. Si somos capaces de encontrar el equilibrio, el que quiera pueda compartir su trabajo. Que seamos nosotros mismos los que valoremos ese trabajo. Si hablamos de colectivo hay unas normas que deben ser respetadas.

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