Síndrome expresivo 37

La invasión de los laístas y leístas: Soy filólogo, no psicólogo

Massiel canta 'Lalalá' en Eurovisión

Massiel canta 'Lalalá' en Eurovisión

Hoy en día, nadie duda de que las lenguas están sometidas a un proceso inexorable de evolución y, en algunos casos, de involución. Un ejemplo claro e indiscutible de este paso atrás en el uso correcto de la lengua es la confusión entre los pronombres átonos (lo, la, le) en la norma culta del español. Muchos hablantes reflexivos reconocen en público la dificultad que les supone decantarse por uno u otro elemento en determinados contextos comunicativos. Así, son frecuentes las cuestiones en torno a su uso como "¿Qué pronombre es preferible para sustituir al sintagma a mi padre en oraciones como Ayer visité a mi padre en el hospital? ¿Cuál es la opción correcta Lo visité o Le visité?" La respuesta de la inmensa mayoría de nuestros alumnos se fundamenta en argumentos tan sólidos como "A mí me suena mejor tal o cual estructura". Brutal, querido lector. 

Si obviamos a célebres iconos de la música nacional con una envidiable seguridad en el manejo de estos pronombres díscolos (Massiel con su rítmico Lalalá, Manolo el del Bombo con el lololó del himno nacional y el lerele de la bulería del Capullo de Jerez), el resto de mortales se guía por una norma pedagógica repetida hasta la saciedad en las aulas: "Si es CD se sustituye por LO/LA y si es CI por LE". Así de fácil y simple. Una pequeña sustitución y a disfrutar de los placeres de la gramática. ¡Y es que la vida puede ser maravillosa, Salinas! 

En líneas generales, las reglas canónicas (y macarrónicas) para optar por el uso de uno u otro pronombre fluctúan entre la Lola y la Lole o, por qué no afirmarlo, entre las andanzas del lelo del Lalo. ¿Resultado? Pues que la mitad de la clase daría hasta la última gota de su sangre por defender la corrección de Lo visité, mientras que en la trinchera enemiga se precipitarían las maniobras de combate para contraatacar con Le visité. La sinrazón de la guerra en un enfrentamiento con el único objetivo de derrotar al enemigo, sin aportar ningún argumento gramatical. Ya sabemos que, cuando el río suena,...  

Este síndrome expresivo caracterizado por la confusión en el uso de los pronombres átonos de tercera persona se plasma en continuas variantes en la expresión cotidiana de la inmensa mayoría de los hablantes a ambos lados del océano. Mención aparte merecen los andaluces que, hasta fechas no muy lejanas, se jactaban del empleo normativo del trío de marras sin error alguno. Claro está que, con la llegada de los medios de comunicación de masas, los modelos lingüísticos cambiaron y, con ello, surgieron las lógicas dudas entre la elección de una u otra estructura gramatical.

¿Se puede superar?

A veces, en algunas charlas de café con profesionales de la lengua española surge la pregunta espontánea de cuál es la causa de tal confusión, cuando las reglas para distinguir el empleo de uno u otro pronombre no son tan difusas como pueden parecer a primera vista. Por ejemplo, a la pregunta de un alumno de 1° de ESO: "Profesor, ¿cómo se dice Lo visité o Le visité?". Lo habitual es explicar estos dos métodos simples y prácticos:

  1. La oración se pasa a voz pasiva. Si el enunciado conserva un sentido lógico, el pronombre indicado para sustituir al sintagma a Manuel será LO. Por ejemplo, Juan visitó a Manuel pasaría a Manuel fue visitado por Juan. Por lo tanto, el enunciado correcto sería Juan LO visitó. En caso contrario, una oración como Juan escribió a Manuel pasaría a Manuel fue escrito por Juan. Campeón, Juan escribe la carta, por lo que la sustitución adecuada sería Juan LE escribió.
  2.  Un truco bastante productivo es que nos olvidemos de la sustitución LO/LE y, aunque el complemento sea masculino, pensemos siempre en femenino. El resultado será la duda entre LA/LE. Por ejemplo, en Juan vio al profesor (¿Lo vio o le vio?). No te líes, querido lector, prueba con el femenino, no fuerces las estructuras y cambia la frase por Juan vio a la profesora. Rápido, no te vuelvas paranoico y elige de inmediato un pronombre. ¡Juan LA vio! Estoy seguro de que jamás en tu vida has dicho Yo LE vi (a la profesora).
  3. Cierto es que, debido a la difusión entre hablantes cultos, hoy se admite como correcto el uso de le en lugar de lo en función de complemento directo. Este rasgo está presente en multitud de escritos periodísticos y literarios.
  4. Se admite el denominado leísmo de cortesía, sobre todo con interlocutor masculino. Por ejemplo, en determinadas situaciones comunicativas, los hablantes optan por el cambio en el uso del pronombre átono como Le comprendo en lugar del correcto Lo comprendo.

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