DIRECTO Madrugá Sevilla en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para la Madrugada

CONGRESO DE LA ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA

De Darío a Bolaño, la grandeza de la literatura panhispánica

  • Carme Riera, Leonardo Padura, Fernando Iwasaki, Luisa Valenzuela y Gonzalo Celorio debaten sobre las cercanías lingüísticas de países distantes

Fernando Iwasaki, Luisa Valenzuela, Gonzalo Celorio (que actuó como moderador), Carme Riera y Leonardo Padura en el Teatro de Cajasol.

Fernando Iwasaki, Luisa Valenzuela, Gonzalo Celorio (que actuó como moderador), Carme Riera y Leonardo Padura en el Teatro de Cajasol. / Juan Carlos Vázquez

La mesa redonda que inauguró el programa cultural -o congreso paralelo- en Cajasol reunió ayer a los escritores y académicos Carme Riera (España) y Leonardo Padura (Cuba) con la argentina Luisa Valenzuela y el peruano Fernando Iwasaki. Tuvieron como moderador a Gonzalo Celorio, director de la Academia Mexicana de la Lengua, que celebró "que no sólo nos reunamos a puerta cerrada como viejecitos que se la pasan desempolvando palabras en una torre de marfil sino que hay una vinculación importante de nuestro congreso con la colectividad".

Convocados para hablar de si existe una literatura panhispánica que nos una a todos los lectores en el vasto territorio de La Mancha, como lo llamó Carlos Fuentes, y valorar si hay un patrimonio común de la literatura escrita en español, los participantes coincidieron en nombres como Rubén Darío, cuyo modernismo fue el primer movimiento literario de América que tuvo repercusión en España, y el apátrida Roberto Bolaño.

Para Carme Riera, que hoy a las 18:00 presentará en la Biblioteca de Cajasol la edición conmemorativa del 25º aniversario de su novela En el último azul, "lo panhispánico es la literatura que usa las mismas palabras como referentes de las 23 naciones y hay nexos que unen nuestras diversas naciones. Yo no estaría aquí sin Rubén Darío, empecé a leer porque él me encandiló. El modernismo de Darío cambió la literatura castellana, que empezó a sonar como música y no como calderilla, como moneda poco agradable a los oídos. Y qué sería de las vanguardias sin Vicente Huidobro, o sin Pablo Neruda, al que Lorca tanto admiraba y cuya labor en Caballo verde para la poesía influyó decisivamente en la literatura social de la posguerra (Celaya, Blas de Otero...)". Riera también anotó la importancia de la industria editorial barcelonesa y de Carmen Balcells en la génesis del Boom, y añadió que "el territorio de la literatura en español, en los tiempos de internet, ya no es panhispánico sino mestizo", como ejemplifica Roberto Bolaño, "un chileno afincado en España que escribe sobre México y es sobre todo un apátrida".

Para la argentina Luisa Valenzuela, "la riqueza está en aquello que nos une, separa y alimenta desde otro lugar. En Argentina hablamos del castellano, no del español, y se alude a que la gramática castellana de Nebrija de 1492 es la primera que tenemos. El idioma se enriquece por contaminación. La llegada de los españoles a América nos dio una lengua franca maravillosa pero a la vez perdimos cosmovisiones y aún estamos rescatando los idiomas originarios en Argentina. Los escritores dicen que la lengua es nuestra patria. Yo propongo aquí que la lengua es la matria: la madre viene de España pero hay distintos padres y lenguas enriquecidas por la inmigración y las lenguas originarias".

Fernando Iwasaki abordó la importancia de la poesía en la literatura panhispánica: "Sin el chileno Huidobro no habría habido ese ultraísmo que tuvo en Sevilla un epicentro importantísimo, Neruda fue esencial para la generación del 27 y tres de los poetas decisivos para para España fueron americanos: Vallejo, clave para la literatura social; Octavio Paz, referente de los Novísimos, y Borges, sin el que no existiría la poesía de la experiencia, que plantea la poesía como un acto creador en la vida cotidiana". También analizó cómo las ciudades fueron epicentro de la literatura panhispánica, "entre ellas San Juan de Puerto Rico, donde recalaron Juan Ramón Jiménez, Ayala o Salinas; Barcelona; México cuando recibe a los exiliados y Madrid, pues alrededor de Cansinos y Valle-Inclán estuvieron todas las figuras que luego se fueron a París".

Leonardo Padura también cree que "existe un panhispanismo lingüístico indudable. Contamos con una lengua común en la que nos entendemos pese a que hay vocablos incomprensibles o utilizaciones verbales que tienen significados distintos, como coger (tener sexo en muchos países)". Padura evocó a figuras como José María Heredia, "el primer gran poeta romántico de la lengua cubana", José Martí y Alejo Carpentier, "para mí el gran escritor de La Habana aunque nació en Lausana", antes de concluir que "existe un territorio lingüístico panhispánico. Hemos escrito novelas que transcurren en España y en América -La fiesta del Chivo de Vargas Llosa tiene lugar en República Dominicana- y esa apropiación es natural. Los espacios nacionales ya no son un impedimento a la hora de escribir. Hablamos una lengua panhispánica y Bolaño es un caso visible: un chileno que escribía de temas mexicanos desde España y se movía con facilidad absoluta por los territorios y las fronteras".

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios