De libros

Historia de un hombre sencillo

Kipps. H. G. Wells. Ed. y trad. Miguel Ángel Pérez. Cátedra. Madrid, 2011. 440 páginas. 16 euros.

Celebrado por novelas tan populares como La máquina del tiempo (1895), La isla del doctor Moreau (1896), El hombre invisible (1897) o La guerra de los mundos (1898), obras pioneras de la ciencia ficción que lo han convertido en uno de los clásicos del género, Wells (1866-1946) escribió muchos otros libros -más de un centenar de ellos, incluyendo ensayos de las más variadas disciplinas- muy alejados de la literatura fantástica. Ya era un autor muy conocido a comienzos del siglo, cuando deseaba imprimir un nuevo rumbo a su trayectoria que le permitiera ganar prestigio. Desdeñoso del estilo, concebía el arte de la novela de un modo instrumental, como medio de influir en la sociedad de acuerdo con sus ideales reformistas. Logró una enorme proyección pública en los principales debates de su tiempo, pero este creciente afán pedagógico se convirtió en un lastre para su obra narrativa.

No es del todo -todavía- el caso de Kipps (1905), gráficamente subtitulada The Story of a Simple Soul, que el responsable de esta edición, Miguel Ángel Pérez, describe como una de las novelas parcialmente autobiográficas de la segunda etapa de Wells. Del mismo modo que su ingenuo protagonista, el autor había trabajado como aprendiz en una tienda de tejidos, por lo que puede afirmarse con toda propiedad que conocía bien el paño. Pero la inequívoca intención del narrador -él mismo la expresa con demasiada frecuencia- a la hora de contar la historia de un muchacho sin recursos al que le cambia la vida después de recibir una herencia, aparece enriquecida por un componente cómico que es el que otorga su mejor perfil a la novela. Wells se burla a veces de su personaje, pero lo hace de un modo compasivo y en el marco de un relato de tono amable, dickensiano, que comprende la perplejidad del desclasado y tampoco se muestra absolutamente implacable con la hipocresía de su nuevo entorno. Novela de ideas, en efecto, pero en la que el pensador aún no había absorbido al novelista.

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