Rubens | Crítica

Teoría de la carne

  • Casimiro recupera 'Rubens', la obra póstuma de Jackob Burckhardt, autor de 'El Cicerone' y 'La cultura del Renacimiento en Italia', obras con que se dio comienzo a la disciplina de la Historia cultural

El historiador del arte Jackob Burckhardt. Basilea, 1818-1897

El historiador del arte Jackob Burckhardt. Basilea, 1818-1897

Este Rubens o Recuerdos de Rubens es obra póstuma del gran sabio helvético Jacob Burkhardt, cuya primera versión española, publicada en 1950 en Buenos Aires, es la que hoy recupera, felizmente, Casimiro. El lector curioso de estos asuntos sin duda recordará sus obras más célebres: El Cicerone y la La cultura del Renacimiento en Italia; pero también Historia de la cultura griega y su El tiempo de Constantino el Grande, publicado recientemente como Del paganismo al cristianismo por FCE. Con lo cual, hoy disponemos de casi todo lo que Burckhardt dio a la imprenta, incluidas las páginas que dedicó a Rembrandt y sus conferencias y apuntes, recogidos en sus Reflexiones sobre la Historia universal.

La grandeza que atesoran estas páginas se debe a la comprensión del problema cultural del barroco

Probablemente, a Burckhardt se le deba eso que dio en llamarse Historia cultural, y cuyo esplendor conoceríamos ya en el siglo XX. Esta forma de estudiar la cultura es la que aplicará uno de sus alumnos, Friedrich Nietzsche, cuando aborde El nacimiento de la tragedia en 1871. No obstante, la grandeza que atesoran estas páginas se debe a otra circunstancia, cual es la comprensión de la profunda carnalidad, de la felicidad y la ternura, que impera en Rubens, y que no era sino un epifenómeno del gran problema cultural del barroco, considerado hasta entonces -la severidad de la Protesta al fondo-, como un arte degradado, excesivo, impuro. Burckhardt, que había estudiado teología, que era hijo de párroco protestante, comprendió sin embargo la verdadera naturaleza del barroco, como poco más tarde haría el alemán Wölfflin, y como formularía, en la década de los 20-30, nuestro gran D'Ors, el ilustre Xenius, en páginas de extraordinaria perspicacia.

Esa inteligencia del barroco desde dentro, desde su carnalidad urgente y movediza, es la que hace de este Rubens -pintor y diplomático de excepción-, un hallazgo memorable, aunque póstumo, de aquel anacoreta, brillante y minucioso, que fue Burckhardt.

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