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De libros

El fuego frente al frío

  • La cubana Mayra Montero narra en 'El caballero de San Petersburgo' la historia de amor, con Rusia como escenario, entre una joven criolla y el militar venezolano Francisco de Miranda.

El caballero de San Petersburgo. Mayra Montero. Tusquets. Barcelona, 2014. 256 páginas. 18 euros (ebook, 12,99 euros).

La Historia reserva a menudo capítulos prodigiosos que por su espectacularidad parecen más el fruto de la imaginación desbordada de un guionista que los hechos que se produjeron en la realidad y que quedaron registrados en las crónicas que han perdurado. La biografía del  venezolano Francisco de Miranda (Caracas, 28 de marzo de 1750 - San Fernando, Cádiz, 14 de julio de 1816) es una de esas vertiginosas peripecias que  esconde el pasado, la de un hombre que combatió no sólo por la independencia de su país, también en Marruecos, Francia -su nombre, de hecho, es el único hispanoamericano inscrito en el Arco del Triunfo de París-, Estados Unidos o Rusia. A ese personaje "fascinante y desconocido" se acerca la novelista Mayra Montero (La Habana, 1952) en El caballero de San Petersburgo (Tusquets), en una narración que se centra en la estancia del general en Rusia, donde se codea con Potemkin y con Catalina la Grande, y en la que la escritora inventa la historia de amor con una joven criolla, Antonia de Salis. "Quería algún vínculo con el Caribe", indica Montero, "y no era nada raro que una mujer de allí estuviera en Rusia en esa época, ya que  la esposa del anfitrión que acoge a Miranda en su casa era española". Salis no es un personaje ficticio: hay relatos que hablan de las visitas que ella haría al héroe en sus últimos días en la prisión de La Carraca, aunque se desconoce el origen de su relación.

Montero niega que su obra sea una "reivindicación" de Miranda y pone el acento en la historia de amor que relata, pero la autora no oculta su admiración por un individuo que en sus diarios se revela como un ser complejo. Era un "mujeriego que había decidido vivir la vida" y a quien no le interesaba una relación formal aunque llegara a casarse, que "viajaba para instruirse", decía, y en sus escritos demostró que "podía ser muy profundo", con minuciosas descripciones que han resultado tan valiosas a Montero que ésta considera que "la novela ha sido escrita a cuatro manos". Curiosamente, la escritora atribuye en la ficción algunos de los comentarios más "sexistas y políticamente incorrectos" que  Miranda firmó a su antagonista y perseguidor, Pedro de Macanaz, otro personaje "completamente histórico".

Montero cree que fueron los desencuentros que Miranda tuvo con Bolívar la razón por la que el militar ha sido "sepultado" por el tiempo y "es conocido, evidentemente, en Venezuela, pero ni tan siquiera en Cuba". Otro motivo por el que despertó recelos en su época era que no se comportaba con la habitual rudeza que se esperaba de un tipo consagrado a las armas. "Era un hombre europeizado, presumido, afrancesado, el primer combatiente internacionalista de la Historia, que detallaba en sus diarios hasta las cucharitas de postre que viajaban con él", cuenta Montero, que de todos modos juzga como la causa principal del olvido que sufre su figura que "chocó con Bolívar, y fue eso lo que lo condenó irremediablemente a la invisibilidad".

La apuesta por la Historia de El caballero de San Petersburgo confirma la versatilidad de una escritora a la que le ha "llegado a pesar" la etiqueta de creadora de novelas eróticas. El éxito que tuvieron La última noche que pasé contigo y Púrpura profundo, finalista y ganadora del Premio La Sonrisa Vertical, le ha traído, lamenta, un sambenito "injusto. He hecho libros que no tienen nada que ver entre sí, historias de amor, de misterio, ambientadas en Haití, en la República Dominicana... No me he limitado a eso", observa, un tanto contrariada por la portada que han diseñado para la traducción serbia de una de sus obras, en la que asoma "lo que parece un contrabajo, y si te fijas en la imagen hay un glande... ¡Qué fama debo de tener en Serbia!", exclama entre risas.

Montero defiende que sus novelas eróticas tenían "mucho humor", y la conversación deriva en el boom de 50 sombras de Grey. "Desconfío de los fenómenos de masas, aunque hay libros, como Seda, de Baricco, que lo han sido y que están muy bien. Pero con éste te venden cositas, paquetes con las esposas y los objetos que utilizan los protagonistas. Es un fenómeno para el mercado más que literatura", opina. "Me han contado lo que pasa en el libro, y, qué quieren que les diga... Eso lo hicimos nosotros, y mucho más retorcido y más intenso. Y gente muy anterior como Alfred de Musset, que narraba cómo una mujer tenía sexo con un chimpancé".

     

Montero reside desde hace más de 30 años en Puerto Rico, aunque viaja frecuentemente a Cuba, donde ya ve "una juventud muy distinta a la mía, con otras expectativas". Ella abandonó su país "cuando ya tenía un deterioro importante. La gente recogía los restos de cigarrillos del suelo y se los fumaba. Fueron años duros, en que tomábamos una carne de lata que venía de Rusia, decíamos que era carne de oso, pero, en todo caso, con hambre aquello sabía bien", recuerda. Sobre el presente, valora que las autoridades "deberían aclararse, hay algunas contradicciones. Por ejemplo, permiten las proyecciones en tres dimensiones y luego las prohíben, pero antes la gente ha hecho una inversión. No pueden decir una cosa un día y otro otra".

La autora de El capitán de los dormidos o Son de almendra, entre otros títulos, se define a sí misma como un "anfibio. He vivido más tiempo en Puerto Rico que en Cuba. Lo que ocurre es que es difícil que te vayas a Estados Unidos o a Francia y que pierdas tu cubanidad, pero cuando te trasladas a otro país donde también hablan español, quizás no hagas tanto esfuerzo por mantener tus raíces. Por eso siempre digo eso, que soy un anfibio".

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