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Blando y sin oficio (2-2)

  • El Betis empata un partido que pudo ganar y también perder tras regalar un gol al Cádiz en los postres cuando debería haber cerrado el encuentro. A una primera parte desastrosa le siguió otra en la que Rodri y Capi, espoleados por un gran Juanma, dotaron a los verdiblancos de una mínima llegada

El Betis es un equipo más de la categoría. En Castellón le perdieron el respeto y armas no es que tenga para exhibir un fútbol contundente ni un par de resultados que le sirvan para meter miedo a sus rivales. Físicamente, es poca cosa, técnicamente no es que vaya sobrado y tácticamente Tapia hace lo que puede y en días como el de ayer su acierto con los cambios le valió al equipo un punto que pudieron ser tres y también ninguno. Porque el Betis es así, capaz de cualquier cosa, pero tan blando y con tan poco oficio...

Y es que el partido fue dejando varios Betis, en absoluto diferentes a los que se han podido constatar desde que dio inicio esta zozobrante aventura en otros campos de la geografía española. Dan los verdiblancos la sensación de ser cualquier cosa menos un equipo de fútbol y con esa sensación se queda el Carranza cuando el árbitro, malo como lo fuera su padre, envió a béticos y cadistas por vez primera a los vestuarios.

Porque la puesta en escena fue la de ese Betis tonto y atolondrado que pisa los escenarios como a verlas venir. Sigue sin observarse una idea. Aquí nos paramos. Tratamos de robar el balón acá y salimos con velocidad. Buscamos las bandas. Trabajamos por el centro y nos asociaciamos en corto... Pero nada. Este Betis continúa sin un plan, ni para recuperar el balón ni para saber qué hacer con él cuando el rival se lo regala, porque, anótese, robar roba pocos.

Está sobre el césped, sí, y con los dedos se le cuentan hasta once jugadores, como a los demás. Pero el Betis da la sensación de ser otra cosa. No juega a nada y la mezcolanza de sensaciones ofrece un producto con un sabor sencillamente desagradable. Apenas hay combinaciones, ni futbolistas que tiren un desmarque y se ofrezcan. Cada vez que uno de sus individuos entra en contacto con la pelota comienza un partido nuevo, es una aventura intentar saber qué va a ocurrir a continuación. Seguramente, y es ahí donde hay que rascar, ni el propio sujeto poseedor efímeramente del balón sabe qué va a hacer con él décimas de segundos después. Posiblemente, un pase al contrario. O quizá un balón fuera. O una de esas acciones inconclusas que tanto se estilan en verdiblanco. Porque siempre falta un poquito para que suceda la acción positiva. Y ese algo que falta, llámese pase, regate o disparo, se resume más fácilmente con otro término: calidad.

Encima, enfrente hay un equipo que otra cosa no tendrá, pero vivo es como que lo da la tierra. Y si tampoco es que el Cádiz demuestre el hambre que debería presumírsele, sí se nota que está a la que salta. Pronto ha olisqueado la presa, se ha dado cuenta de que el Betis no es nada y ha decidido hacerle daño. Y lo va a conseguir.

Sergio García está como de más por la categoría, pero en él está espabilar o acabarse como futbolista. Una pérdida de balón peligrosísima del barcelonés sirvió al voluntarioso Cifu, otrora Cifuentes y más de alpaca que incluso de plata, para montar un contragolpe que cogió a medio Betis con el paso cambiado. López Silva, un extremito habilidoso pero con muchas ganas de fútbol y de ser alguien, acabó de montar la escena de un gol que mereció un Betis tan timorato como su propio portero, y no porque lo encajara por debajo de sus piernas.

Tras el tanto cadista, asoma otro Betis. Pero no un Betis mejor que ese timorato que se dejó hacer cualquier cosa. No. A partir de la media hora se revela ese otro Betis en el que la impotencia es su rasgo dominante. En un quiero y no puedo permanente, sus futbolistas parecen enfadados con todo menos con ellos mismos. Miradas desafiantes a los rivales, algún que otro desmán inapropiado, faltas absurdas por la impericia reinante a la hora de tener que recuperar un balón. Los centrales, lógicamente, se llenan de tarjetas. Arzu, Carlos García e Iriney la ven casi de corrido.

Se va sumando y todo ello nos conduce a un mal equipo. A un grupo de gente descerebrada, sin norte alguno, que juega a impulsos y aburre y desespera por igual. Es lo mismo que adelante la línea como que la atrase, que jueguen juntos o dejen espacios y saquen pelotazos... Su idea de juego fluye de forma espontánea.

Si el entrenador acierta, claro está, la victoria siempre estará más cercana. Y Tapia, que había querido premiar al once que venció en Girona, le dio continuidad aunque tras el descanso supo rectificar. La entrada de Juanma le dio al Betis más desborde y más llegada al área contraria. A él pronto se unió Rodri, quien había entrado al partido con brío pero se fue apagando imbuido por el fútbol de sus compañeros. Empero, al lado del extremeño, el canterano se creció. Y Capi e Iriney cerraron más espacios. Tanto que el Betis, en dos llegadas, hizo dos goles. Sacó el máximo rédito a su pegada, a ésa que debería devolverle a Primera si no fuese porque su defensa es tan feble como se demostró en el gol de Ogbeche. Y es que a todo su repertorio de defectos, el Betis le une una falta de oficio alarmante.

Árbitro: Ceballos Silva l (extremeño). Mal en la señalización de las faltas y en la administración de las tarjetas.

Tarjetas: Amarillas Arzu (30'), Carlos García (31'), Iriney (43'), Diego Tristán (43'), Fernando Vega (60'), Caballero (80') y Ogbeche (84').

Goles 1-0 (27') López Silva. Contraataque que lanza Cifuentes tras un balón perdido por Sergio García. El lateral pasa a López Silva y éste se zafa de Carlos García y bate a Goitia por debajo de las piernas mientras Diego Tristán cometía falta sobre Arzu. 1-1 (57') Rodri. Falta que saca Arzu a 15 metros de la frontal y Rodri recoge el rebote de la barrera y bate a Casilla de tiro colocado a su poste derecho. 1-2 (76') Pavone. Gran pase de Capi con todo el Cádiz saliendo y el argentino rompe el fuera de juego, con la connivencia de Cristian, y fusila a Casilla. 2-2 (90') Ogbeche. Centro desde la derecha, Toedtli devuelve de cabeza al centro y el nigeriano remacha con la testa.

Incidencias: Encuentro de la undécima jornada de la Liga Adelante, disputado en el estadio Ramón de Carranza ante unos 17.500 espectadores, entre ellos casi tres miles de seguidores verdiblancos.

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