Doce minutos. Ése fue el tiempo que necesitó Alexandre Pato para ingresar en el restringido club de los grandes ídolos del fútbol brasileño, al sellar con un golazo la victoria por 1-0 de la verdeamarelha sobre Suecia en un amistoso jugado el miércoles en Londres. El debut en la seleçao fue glorioso para el atacante de 18 años, fichado el año pasado por el Milan por unos 25 millones de euros.

Pato es un nuevo rey en Brasil, donde la prensa no cesa de compararlo con Pelé -quien tardó 32 minutos en anotar su primer tanto con la camiseta amarilla, hace medio siglo- y a Ronaldo, quien también marcó en su debut en el plantel, en 1994, después de 51 minutos de juego.

El diario brasileño Lance habla de un nuevo fenómeno, la Patomanía, y afirma que el joven artillero fue "el motivo para festejar" en una jornada en la que el Brasil de Dunga fue un equipo mediocre durante casi todo el partido.

Hasta Dunga, reacio a festejar a las grandes estrellas, debió admitir que el delantero está en camino de convertirse en un "fuera de serie", aunque al mismo tiempo exhortó a la prensa y a la hinchada a frenar las manifestaciones de entusiasmo. "Hay que tener mucha paciencia. Pato sólo disputó alrededor de 40 partidos. Yo no diría que ya es un crack, pero es cierto que tiene todo el potencial para serlo", afirmó el técnico.

Pato, sin embargo, no parece preocupado por la presión. A lo largo de su corta carrera, iniciada en el equipo juvenil del Internacional, siempre marcó en el debut: en el Internacional, en el Milan y, ahora, en la selección.

Pese a que admitió que estaba ansioso por jugar su primer partido, el atacante aseguró que ingresó "tranquilo" en la cancha del Emirates Stadium: "Yo sabía que sólo tenía que hacer lo mismo que hago en el Milan". A partir de ahora aumentan las responsabilidades para el delantero de 18 años, quien tiene un lugar asegurado en la selección brasileña que en agosto buscará en Pekín el único galardón que le falta a su fútbol: la medalla de oro olímpica.