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Caretas y fantasmas

  • Tras cuatro derrotas seguidas y un ambiente enrarecido, ganar en Bilbao serviría para despejar dudas Cambiar la imagen pasa por jugar en equipo

La noche de Halloween celebrada ayer es una fiesta típica anglosajona, una americanada instalada ahora, casi a la fuerza, en España. Eso sí, los niños, que no entienden de cultura histórica, disfrutan con los caramelos, brujas, caretas y fantasmas como locos. Este CB Sevilla es en sí mismo como un Halloween también en muchos sentidos, pues se trata de implantar con calzador un sistema, una forma de funcionar y jugar estadounidense que ni se entiende ni funciona, al menos de momento.

¿Truco o trato? podría preguntarse alguno. Lo que no es un truco es ver al conjunto hispalense colista de la Liga Endesa con su casillero de triunfos a cero. Sin varitas mágicas para cambiar la clasificación, el trabajo es la única vía; el compromiso entre la plantilla y un Scott Roth al que le toca ponerse el disfraz de entrenador de ACB, ése con el que sólo puede dar instrucciones sentado. Para arreglar eso, de momento, no hay trato posible.

Toca reaccionar ya, aunque la visita a un Bilbao que pasa por un buen momento no parece, sobre el papel, la más fácil. Hacerlo sin demora es fundamental. No ya para no firmar el peor arranque histórico de la entidad, que también, sino porque a este ritmo en la cuesta abajo se toma velocidad y ya no se sabe cuándo se podrá frenar.

Reaccionar pasa por el banquillo, por acabar con las rotaciones que vuelven locos a los jugadores, por sellar a fuego la palabra defensa y por practicar un ataque productivo en el que todos participen y nadie haga la guerra por su cuenta buscando mejorar sus estadísticas personales. Eso no es el baloncesto, ese deporte de equipo al que hasta hace poco jugaba el conjunto andaluz. Algo falla, porque los Balvin, Hernangómez o Porzingis ya han demostrado en San Pablo lo que pueden dar de verdad.

Ahora, sin embargo, sobrevuelan fantasmas de todo tipo sobre la casa del CB Sevilla, y no es por Hallloween. Fantasmas sobre un futuro incierto para la entidad que se olvidarían, al menos por un tiempo, con alguna victoria, aunque hay demasiadas caretas que quitarse para que de verdad desaparezcan. Aún no toca.

Una, ahora hablando del equipo, es la de perdedor. Esa sí que toca. Pero esto no es la Eurocup y los rivales no darán las facilidades que en su día ofrecieron el Oldenburg o el Charleroi. Equipos muy blanditos y muy por debajo del Bilbao, el mismo que algunos trataron de echar de la Liga -puede que con razón, aunque no debería haber sido el único si los motivos eran las deudas económicas- y que ahora navega con autoridad por la ACB con tres victorias y un solo tropiezo, la semana pasada en Vitoria.

El encuentro se las trae, pese a que los precedentes son favorables con tres victorias seguidas en Miribilla. Hace dos campañas un genial Satoransky rescató a los suyos con una espectacular penetración para cortar la racha negativa del entonces Cajasol de Aíto o al del año pasado, cuando el checo decidió con un triple sobre la bocina. ¡Qué tiempos! Ése equipo tenía un líder en la pista que hoy falta porque se le dan galones a otros que no se los han ganado. Uno es Pullen, cuya evolución habrá que vigilar tras su affaire con un aficionado por las redes sociales por el que el club ha pasado de puntillas.

En el banquillo vizcaíno estará Sito Alonso, pretendido en su día por José Luis Galilea cuando la asamblea de la ACB dio el golpe de gracia al club vasco, que devolvió el puñetazo vía administrativa para jugar en la ACB gracias a la resolución del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD). El técnico cuenta ahora con una plantilla que combina a la perfección la juventud con la experiencia. De un lado, los Todorovic, Dejan por fuera y Marko por dentro para calibrar a los Porzingis y Oriola, la nueva generación. Además de tiradores como Andjusic y Bertans, que en un día tonto la lían. De otro lado, la veteranía de Hervelle y Germán Gabriel y el músculo que ponen dos americanos como Wragge y un viejo conocido como Latavious Williams al que Hernangómez deberá frenar. Pero puede que el partido se decida en otra posición, ya que los locales cuentan con dos bases puros como Quino Colom y Raúl López harán sufrir de lo lindo a un Radicevic sobre pasado por las circunstancias, a un Pullen que le gusta más anotar que dirigir y a un indefinido y perdido Thames. Todo ello sin olvidar al eterno Álex Mumbrú, capitán y motor.

Aparcada la Eurocup toca la ACB. Quitarse el disfraz de malo y ponerse el de bueno, acabar con los fantasmas que sobrevuelan San Pablo con las derrotas y hacer sonreír a los seguidores sevillanos como el niño que en Halloween se ha llevado un caramelo a la boca. Aquí no hay trato posible y el truco para ganar es defender.

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