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Choque de trenes, fuga de cerebros

  • Baptista y Rakitic, iconos de un Sevilla que vio pasar ocho años · Músculo y talento en dos conceptos diferentes

En el partido de ayer confrontaron tres Sevillas distintos. Tres épocas y cada una con sus recuerdos y sus sensaciones en la grada del Sánchez-Pizjuán. El Sevilla de Baptista era el Sevilla de Caparrós; el Sevilla de Maresca, junto con Kanoute, Luis Fabiano... era el Sevilla de Juande; y el Sevilla de Rakitic es el Sevilla de Manzano, ese entrenador que cada vez más deja un halo de incredulidad en sus decisiones, tan sosas y anodinas como invisibles.

El jiennense le dio a Rakitic su segundo partido de titular tras hacerlo debutar en el Santiago Bernabéu y es verdad que tampoco puede decirse que ello fuera el lastre que impidiera la victoria sobre el Málaga. El suizo-croata demasiado hace con coger onda, ofrecerse y tratar de darle dinamismo al juego. Su fútbol al primer toque descongestiona, se acuesta al lado de la zurda de Romaric y busca el espacio libre, pero hay días y días. Primero está ubicarse y Rakitic está aún en ello. A Baptista lo descubrió en un viaje a Brasil Ramón Vázquez, pero quien le encontró el sitio en el campo fue Caparrós. El utrerano lo hizo delantero y delantero se quedó. Rakitic está pendiente de que Manzano le busque el suyo. En Madrid jugó de medio centro y ayer actuó el primer tiempo como mediapunta, como enganche, y el segundo como organizador otra vez en la posición en la que debutó en la Copa.

El fichaje sevillista que llegó el mismo día que el aún casi inédito Medel es un jugador de corte diametralmente opuesto a Baptista. Cerebro contra músculo, talento contra potencia; dos concepciones distintas del fútbol. La frialdad que da nacer en un país centroeuropeo es buena para unas cosas pero perjudicial para otras. Rakitic tuvo momentos. Hizo un partido bueno a ráfagas, mejor viéndolas venir desde atrás que atorado en esa función en la que, por ejemplo, Baptista se siente a gusto. Puede que el fútbol en Alemania tenga otros parámetros de exigencia. Otra cosa es el mercado laboral. La fuga de cerebros, de esos jóvenes talentos que necesitan abrirse caminos en este caso hace el camino al revés.

Baptista es otra historia. El autor del gol que metió por primera vez al Sevilla en Europa en la última década asiste a la involución de un equipo que puede quedarse sin salir de nuestras fronteras por vez primera en ocho temporadas. El brasileño, como aquella tarde ante Osasuna, chocó ayer con todo el mundo, pero especialmente con Zokora. No tuvo muchas opciones para marcar y apenas un tiro lejano al inicio de la segunda mitad puede contarse como intento de perforar la portería de Palop, un portero con quien no coincidió en el vestuario sevillista. El jugador que dejó Nervión para pasar por Real Madrid, Arsenal, Roma... también se llevó la bronca del respetable cuando se quitó la bota para arañar unos minutos. Distinto hubiera sido con una victoria. Entonces, uno y otro, Rakitic y Baptista, hubieran arrancado una sonrisa al aficionado nervionense, y a alguno ayer le entraría unas ganas de irse a trabajar a Alemania...

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