Cb sevilla-Gipuzkoa Basket · la crónica

Defiende Sevilla, pero de quién (61-76)

  • El colista de la Liga Endesa vuelve a perder en otro calamitoso encuentro en el parqué y mal dirigido desde el banquillo. Las soluciones urgen, pero nadie asume responsabilidades y el tiempo pasa sin que ocurra nada.

Otro partido más del Baloncesto Sevilla y otro ridículo sobre el parqué. Pero la culpa no es de Scott Roth, un entrenador que el miércoles tras perder frente al Ostende señaló a todos menos a su persona... La culpa tampoco debe ser del director general de la entidad, José Luis Galilea, que ni siente ni padece por lo que se desprende de su inacción y que también apuntó a los jugadores como responsables el día de Año Nuevo en una nota de prensa... Aquí nadie es culpable de nada y mientras los que tienen el poder para hacer y cambiar algo tratan de salvar sus cabezas, el equipo se desangra en la pista y la entidad, con sus 27 años de historia, agoniza poco a poco. 

Y es que tampoco pudo tomar aire en otro encuentro vital ante un rival directo, el Gipuzkoa, que se paseó por San Pablo para llevarse un incontestable triunfo por 61-76. Otro bochorno para su afición que, a falta de 19 segundos tuvo que aguantar que Roth solicitase un tiempo muerto. ¿Para qué? ¿Pensaba en el average o era una simple mofa porque cuando de verdad los suyos demandaban un parón porque los vascos rompían el choque y la grada pedía a gritos al técnico que parase el partido éste hacía caso omiso? 

El caso es que por unos o por otros, este Baloncesto Sevilla no levanta cabeza. Encadenó su sexta derrota consecutiva y no se mueve ni un varal. Ni porque el equipo juegue sin alma ni intensidad, ni porque el entrenador prenda un incendio en una rueda de prensa. No pasa nada y la pregunta es: ¿cuándo pasará algo? El propietario, Jeffrey Meythaler, sigue sin aparecer por España desde hace tres semanas y ya no se sabe siquiera si volverá, lo que hace crecer las dudas en torno a un proyecto que la pasada campaña, antes de la llegada de los nuevos dirigentes, volvió a hacer resonar la palabra baloncesto en la ciudad. 

Son tiempos del pasado. Quién sabe ya si historia para recordar cuando cierren la persiana porque en la entidad nadie pone orden y el equipo, definitivamente, se ha caído. La plantilla, que también tiene su cuota de responsabilidad, no cree en Roth -menos aún tras sus palabras del pasado miércoles- y ante el Gipuzkoa apenas aguantó cinco minutos. Tras el 12-10, parcial de 0-10 para los de Jaume Ponsarnau y el partido, que no había hecho más que empezar, ya estaba abocado a su fin. 

De hecho, el inicio ya fue desesperanzador. Los dos primeros ataques locales se resolvieron con acciones individuales de Woodside, mientras que los visitantes, también en sus dos primeras acciones, buscaron a Doblas en la pintura. Esa diferencia de conceptos ya es un resumen de lo que fue el duelo. De la filosofía de dos entrenadores, uno con los papeles en regla y un bagaje en la ACB que habla por sí solo, y otro, vetado por la Liga, que echa a los caballos a sus jugadores para justificar tal mediocridad. 

Ponsarnau sacó provecho de las debilidades de los hispalenses, que con una defensa muy floja permitían lanzar desde fuera completamente solos a los jugadores del Gipuzkoa o llegar hasta debajo del aro sin apenas oposición. Al descanso ya se había acabado el choque (31-48) con un 9/13 de efectividad en los triples del conjunto donostiarra, que defendía como un equipo comprometido y atacaba con la cabeza que aporta desde el banquillo su técnico. Las cinco asistencias de Doblas son significativas, así como el 8-21 en esta faceta con la que acabó el choque. 

Sin nada que perder y aprovechando la relajación visitante, un 8-0 animó a la afición local, que creyó por un momento en el milagro (39-48). Pero entonces Ponsarnau, un entrenador con todas las letras, pidió tiempo muerto, paró el partido y dio un par de instrucciones a los suyos. Resultado, un parcial de 0-12 que acabó con el último aliento de esperanza del CB Sevilla con Iarochevitch martilleando su canasta, pese a que los locales dominaban en el rebote (14 de ataque frente a los cinco guipuzcoanos). 

No había nada que hacer ya y los últimos 10 minutos sólo sirvieron para que la afrenta fuera mayor y para que Roth -que dejó a Thames sin jugar- hiciera de las suyas pidiendo ese tiempo muerto inservible a 19 segundos del final del partido. Un partido menos, otro ridículo más y ahora, ¿qué? Hace siete campañas el club, en otra situación comprometida, se movilizó con una campaña bajo el lema "Defiende Sevilla". No estaría mal rescatarlo ahora, aunque entonces era un grito de unidad con un propósito deportivo común de todos: la salvación. Hoy, habría que preguntarse de quién hay que salvar Sevilla.

Ficha técnica:

61 - Baloncesto Sevilla (17+14+8+22): Woodside (9), Urtasun (11), Byars (-), Oriola (4), Hernangómez (8) -quinteto inicial-, Porzingis (16), Berni Rodríguez (11), Radicevic (2) y Balvin (-).

76 - Gipuzkoa Basket (28+20+12+16): Díez (10), Dean (16), Jordan (9), Doblas (11), Hanley (7) -quinteto inicial-, Iarochevith (14), Huertas (3), Franch (6), Huskic (-) y Olaizola (-).

Árbitros: Conde, Calatrava y Cardús. Sin eliminados.

Incidencias: Partido de la decimosexta jornada de la Liga Endesa disputado en el Palacio Municipal de los Deportes de San Pablo. Alrededor de 2.000 espectadores.

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