La Crónica

Denle las gracias a Rubinos y Jakobsen (0-1)

  • El Sevilla recurre a la bendita teoría del fin justifica los medios para sumar tres puntos básicos en su visita al colista · El árbitro le perdonó la expulsión a Fernando Navarro al cuarto de hora y el danés del Almería se creyó Bruce Lee.

El fútbol es el resultado, menos mal, y el Sevilla se trajo ayer los tres puntos en su visita al colista Almería. Hasta ahí todo magnífico para quienes sienten en sevillista, por supuesto que sí, pero bien harán los seguidores de esa fe balompédica en darle las gracias más sentidas a Rubinos Pérez y Jakobsen por los dos grandes favores que ayer le hicieron a los blanquirrojos. El primero no vio una mano clarísima de Fernando Navarro en un cabezazo de Piatti que hubiera supuesto penalti y expulsión en el minuto 15 de partido; el segundo, el danés que ejercía de lateral izquierdo en los locales, hizo una entrada digna de las películas de Bruce Lee a la cara de Martín Cáceres para que su equipo se quedara con diez futbolistas y todo se hiciera mucho más cómodo para los hombres de Gregorio Manzano.

Que el Sevilla podía haber ganado el partido incluso quedándose con diez futbolistas desde el minuto 15, pues seguramente sí, aunque esto pertenezca al ámbito de adivinar la ficción, es decir, lo que no ha sucedido. Sí ocurrió, sin embargo, que casi lo hizo, pues la realidad es que Manzano pareció empeñado en jugar con diez, aunque tuviera a once futbolistas sobre el campo. ¿Cómo se resuelve este galimatías? Muy sencillo, analizando el fútbol desarrollado por Romaric en esa posición de partida de mediapunta que luego fue retrasando conforme transcurrían los minutos.

El entrenador sevillista se acordaba en las vísperas de las visitas a Mallorca y Getafe, aunque debió olvidar el detalle de la alineación que sacó en la isla, pues volvió a apostar por el mismo equipo que aquel día. Eran los once futbolistas idénticos, aunque sí varió algo el posicionamiento del centro del campo, ya que esta vez se atisbaba más una variante al 1-4-4-2 cercana al 1-4-2-3-1 que al 1-4-1-4-1. El jeroglífico se resolvía, por tanto, por la ubicación de Rakitic, mucho más cercano a Medel para que Romaric casi se alineara con los extremos en las cercanías de Negredo.

¿Y funcionó mejor el Sevilla con esa disposición de lo que lo hiciera en Mallorca para que Romaric se tuviera que marchar del campo en torno a la media hora? Para nada, la diferencia estuvo en el nivel del rival, pues este Almería, a día de hoy, está varios escalones por debajo del Mallorca, tantos que incluso ya tiene asegurado el descenso de categoría cuando se acaba de iniciar el mes de mayo. Pero el Sevilla volvió a partir con un ritmo inquietante, pesado, lento, como Romaric, e incluso con propensión a descolocarse. Así llegó el primer disparo de Crusat con todo a favor en el minuto 2 y la jugada en la que el propio extremo aprovechó una salida de Fazio a donde debía presionar otro para ponerle el centro al pequeño Piatti que pudo cambiar completamente la faz de este encuentro disputado en Almería.

No era fácil ver la mano de Fernando Navarro a no ser que se dispusiera de un realizador que buscara todas las tomas para evidenciarla y, afortunadamente para el Sevilla, Rubinos Pérez estaba tapado por varios futbolistas. A partir de ese momento, sin que hiciera falta tampoco una mejoría en el fútbol, sí cambió el sentido de las ocasiones de gol, pues el Sevilla fue quien gozó de las más claras, sobre todo en una de Diego Capel por partida doble, pues después de su primer disparo no fue capaz de superar a Diego Alves cuando lo tuvo todo a su favor. Y desde entonces, si exceptúa una gran intervención de Javi Varas en un cabezazo picado de Ulloa en el minuto 82, todos los acercamientos al gol fueron visitantes.

Conviene puntualizar esta cuestión para que no haya engaños, para que no se pueda acudir a las oportunidades que tuvieron los blancos para justificar el fútbol tan ramplón que desarrollaron para doblegar al colista. En este sentido, por tanto, el dominador fue el equipo de Manzano y hasta obtuvo el premio del gol gracias al siempre elogiable oportunismo de Renato, pero lo hizo desde una gran mentira de partido. Fue desde un juego tremendamente conformista, de tocar y tocar al compañero más cercano sin mirar casi nunca hacia posiciones más avanzadas. Y esto hasta condujo a que los corazones de los sevillistas se pusieran a prueba cuando Rubinos consideró como falta una entrada de Fernando Navarro al borde del área y Piatti gozara del último balón del litigio.

El argentino le pegó arriba, menos mal para los sevillistas, y el conjunto de Gregorio Manzano se llevó en su valija tres puntos importantísimos para seguir en la lucha por las plazas que conducen a Europa. Ayer, más que nunca, el fin justificó los medios. Y, de nuevo, denle las gracias a Rubinos Pérez y Jakobsen, dos elementos exógenos, más a que a los endógenos.

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