LOS NUESTROS | Alisa Ozhogina. Nadadora de sincronizada

Deporte y música, una mezcla perfecta

Alisa Ozhogina.

Alisa Ozhogina.

Cuando Alisa Ozhogina acudió por primera vez a la piscina del Centro Deportivo Hytasa, sede del Club Natación Sincro Sevilla, creyó que estaba viendo una película. "Allí estaba un montón de niñas haciendo cosas que parecían increíbles. Movían las piernas para arriba y para abajo, al igual que los brazos; nadaban en círculos y unas al lado de las otras; algunas levantaban a otras para hacer figuras... No podía dejar de mirarlas", recuerda la joven.

Lo que para la pequeña Alisa, que entonces apenas tenía nueve años, se antojaba casi un sueño, era en realidad un entrenamiento cotidiano del equipo de natación sincronizada. Un deporte que hasta escasos días antes le era totalmente desconocido.

Porque Alisa, inquieta y acostumbrada a probar todo tipo de actividades extraescolares, ya se había cansado de bailar sevillanas y de jugar al tenis: "Mi padres querían que practicase algún deporte o que probase otro tipo de baile o a tocar un instrumento. Yo era muy activa y tenía problemas de espalda, así que necesitaba hacer algo. Y una tarde, en el coche, mis padres eran incapaces de ponerse de acuerdo. Que si baile, que si deporte, que si música. Hasta que intervino mi abuela: '¿Por qué no pruebas la natación sincronizada?' ¡Y qué razón tenía!"

La oportuna intervención de la abuela de Alisa les abrió los ojos a la pequeña y a sus progenitores. Parecía la opción ideal. Un deporte en el que la música y el baile eran grandes protagonistas. Nada podía salir mal.

Y así fue. Desde aquel primer entrenamiento, esta sevillana de adopción tuvo claro que aquel sería su deporte. Para siempre.

Eso sí, al principio sus entrenamientos no eran tan espectaculares como ella se imaginaba. "Sólo nadaba o hacía cosas raras con los brazos. Como mucho daba vueltas sobre mí misma. ¡Y yo quería un poco más de acción!", recuerda entre risas.

Y llegó la acción. Vaya si llegó. Aunque el desenlace no fue el esperado: "En mi primera competición, de la categoría escuela, me coloqué del revés en una figura. No sé muy bien qué pasó, pero sí que me equivoqué. Pero a partir de ahí fui mejorando bastante y al final de la temporada quedé segunda en la clasificación general".

La progresión de Alisa fue meteórica. Con sólo diez años se proclamó campeona de España de la categoría alevín. Y eso que era el segundo certamen de estas características al que acudía.

"Cuando subí al podio no me lo podía creer. Sabía que llegaba con opciones de conseguir una medalla si no cometía fallos. Pero quedar primera superó todas mis expectativas", afirma.

A partir de entonces, Alisa empezó a formarse como solista, a incrementar sus sesiones de entrenamientos, a perderse muchas de las fiestas de cumpleaños de sus amigas.

La apuesta fue tan exigente como ganadora, pues le valió para hacerse un hueco en la selección española en las categorías inferiores. De hecho, en 2016 se colgó el bronce en la modalidad de combinada en el Europeo júnior celebrado en Rijeka (Croacia).

Y para seguir añadiendo éxitos a su palmarés, esta vez como integrante del equipo absoluto, el año pasado conquistó una plata en la rutina técnica y un bronce en el ejercicio libre en la Copa de Europa de Cuneo (Italia). "Luché todo el año para conseguir entrar en el equipo absoluto. Por momentos pensé que no lo lograría. Por eso me hicieron el doble de ilusión esos resultados", se sincera la joven, deseosa de que el 2018 le traiga muchas más alegrías.

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