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Fiel a su estilo y leyenda

  • El Betis, en un capítulo más de su historia, resurge en el último suspiro para poner fin a la racha de 1 punto de 30 · El triunfo no debe esconder los errores en la planificación.

El Betis, fiel a su estilo y a esa leyenda que siempre lo acompaña a la hora de resurgir cual Ave Fénix, fue capaz de darle una tremenda alegría a una afición que dejó claro con gritos de "¡Pepe Mel, Pepe Mel!" que está a muerte con su entrenador a pesar de la mala racha de 1 punto de 30.

Con el frío que hizo anoche en Heliópolis y el autogol de Dorado, el panorama no pintaba nada bien para un conjunto verdiblanco que parecía estar abocado a otra nueva derrota, pero si hay algo que no han perdido nunca los futbolistas del Betis y Pepe Mel es la fe, como quedó demostrado con los dos goles de Rubén Castro a pase de Juanma. Con el pitido final, el Benito Villamarín estalló de alegría después de tanto, tanto sufrimiento acumulado, pero el Betis es así y lo será siempre.

Pero al margen del subidón por cómo llegó la victoria, no se deben obviar otros aspectos que explican por qué los heliopolitanos han pasado tal calvario con las decisiones nada acertadas de su técnico. Y es que por fin a Mel se le encendió la luz con la entrada de Juanma y Ezequiel, dos futbolistas específicos de banda, pues ni Pozuelo ni Pereira son extremos ni interiores y el 4-2-4 hizo mucho daño, pues con Beñat e Iriney siempre había inferioridad en el centro del campo ante un Valencia arropado con Mehmet Topal, Tino Costa y Feghouli. Con esos dos cambios el Betis mejoró con creces y la prueba llegó con la forma en la que produjo la victoria.

Tampoco debe pasar por alto el hecho evidente de que no hay ni rastro de la planificación deportiva. El equipo de La Palmera inició el partido con Casto; Isidoro, Mario, Dorado, Nacho; Beñat, Iriney; Pozuelo, Rubén Castro, Pereira y Santa Cruz. Es decir, dos fichajes de los nueve realizados en verano: Santa Cruz y Mario. En el banquillo se quedaron Fabricio, que parece sentenciado para jugar sólo la Copa; Amaya, cuyo papel está siendo irrelevante; y Matilla, que ha jugado poco y sin demostrar argumentos válidos. Si a esto se le une que Isidoro parece haber adelantado a Chica, que Ustaritz tampoco eleva el nivel de la zaga y que Tosic no ha aportado nada desde que llegó, la pregunta es clara. ¿Qué están ofreciendo los fichajes? Jefferson Montero fue de más a menos y Roque Santa Cruz provoca que al final de cada partido sean más los béticos que se acuerden de Emana.

El paraguayo, que ya ha tenido tiempo de coger la forma pese sus problemas físicos de la Copa América, no está rindiendo como se esperaba, y anoche se llevó más de una reprimenda por parte de una grada que ha visto cómo este Betis, en cuanto a equipo, es inferior al del año pasado, pues prácticamente es el mismo de la temporada pasada y sin el camerunés en el campo.

Los problemas de la zaga son evidentes. Objetivamente se está demostrando que es de las defensas más débiles de Primera División, y eso lleva a volver a firmar en el mercado invernal. ¿Para qué más delanteros si lo que hace falta son centrales?, se pregunta el aficionado bético de a pie, que de fútbol sabe un rato.

Los errores de la planificación también evidencian la falta de un centrocampista de cierre y de un pasador que enganche con la delantera, o lo que es lo mismo un recambio para Salva Sevilla. Todo ello con el fin de mejorar a un Betis que ayer recibió una inmensa alegría tras vencer, fiel a su estilo y leyenda, a uno de los aspirantes a acabar la Liga en Champions.

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