Sevilla - Sabadell · la crónica

Fútbol como el que asiste a un concierto (5-1)

  • El Sevilla repite la goleada del partido de ida en otra gran exhibición de Reyes y con Iago Aspas, que firmó un triplete en cuatro minutos, pidiendo de nuevo sitio. La relajación inicial fue lo peor en una noche sin adrenalina.

Lo de anoche en el Sánchez-Pizjuán era como si al elegir entre un concierto y una corrida de toros uno se decanta por el espectáculo musical. Gustará más o menos, decepcionará la puesta en escena o lo que conecte el artista o los artistas con el público, si está a gusto, si canta una o dos canciones más tras la despedida en las obligadas peticiones del espectador al grito de "otra, otra...", pero el que asiste a un espectáculo con ese formato sabe que no tendrá la incertidumbre que el juego que dé el ganado de un festejo taurino o el resultado de un partido de fútbol provocará en el que ha pagado la entrada. 

La adrenalina es uno de los elementos que entran en juego en estos dos últimos espectáculos y, aunque depende del concierto también podría estar presente en un evento musical, no será en el sentido que entenderá el aficionado a los toros o al fútbol. 

En el fútbol el resultado es, podíamos decir, la vida, la esencia del espectáculo, aunque el camino hacia él también importe. Y en un duelo como el que había que vivir anoche en Nervión, con el 1-6 que los de Unai Emery traían del partido de vuelta, podía entenderse que se trataba de un encuentro que había que afrontar de otra manera. 

Y así fue. Como en un concierto, el espectador podía fijarse más en los detalles a causa de la ausencia de esa tensión antes mencionada. Es verdad que el Sevilla, en ese ensayo que el entrenador vasco había planeado para que algunos futbolistas adquirieran ritmo, jugó algo -no mucho- con la suerte en un inicio frío que llegó a hacer pensar que iba a deslucir la noche, pero bastó que se aliara la constelación de estrellas que tiene Emery de tres cuartos de campo hacia delante para que la goleada que los nervionenses firmaron en la Nova Creu Alta se repitiese casi de manera idéntica en el Sánchez-Pizjuán.

Y todo fue de la mano de un gran Reyes otra vez, que se marchó como ante el Granada coreado por los suyos y que fue el primero que tiró del carro para sacar a su equipo de esa empanada mental con la que saludó la ya fría noche copera. Con conducciones largas primero, el utrerano fue enganchando a gente. Primero Denis Suárez, luego Gameiro, Iago Aspas... hasta que la vanguardia sevillista, con un perfil generalizado de jugador tipo Barça en esa zona del campo contrario, se fue adueñando del micrófono para dar un recital que encontró a otro gran protagonista, el gallego que aterrizó desde el Liverpool (no un equipo cualquiera) y que firmó un triplete como una centella, en sólo cuatro minutos, con la dificultad que tiene hacerlo en una secuencia de tiempo en la que el balón está más que nada parado esperando el saque de centro del contrario. 

El sevillismo, ese sevillismo que tenía tiempo de fijarse en los detalles más que un día en el que se lo comen los nervios, disfrutó ante una nueva exhibición de Reyes, de fuerza y de fútbol, con los movimientos de Aspas y la facilidad con la que se entedieron Denis Suárez y Gameiro, con el francés además presente en tres de los cinco goles. Pero también pudo fijarse el sevillismo en las dudas con las que se empleó su equipo en los primeros 20 ó 25 minutos y en las malas sensaciones que dieron de nuevo los dos centrales suplentes, sobre todo un Kolodziejczak que tardó muy poco en cometer un penalti propio de un juvenil de primer año abrumado entre profesionales. Cierto es que no fue él el único culpable de que el Sabadell se subiera a las barbas obligando a Sergio Rico a hacer tres intervenciones antes del penalti que, anecdóticamente, adelantaba al Sabadell. Entre ellas, otro escandaloso fallo de Arribas que se le quedó en la retina al aficionado. La relajación de los hombres de la columna vertebral condujo a fallos y pérdidas que, junto a la reiteración de faltas de los catalanes, parecía sacar al equipo de Primera del partido. Fue Reyes, como ha quedado dicho, el que, a base de pedir la pelota e ir acarreándola arriba, fue haciendo despertar al personal, que antes del descanso ya parecía más enchufado. Gameiro, que también dio un palo después, resolvió a la media vuelta una combinación muy Barça entre Reyes y Denis Suárez. 

Pero fue tras la salida de los vestuarios, se supone que arengado por la charla de Emery, cuando el Sevilla se propuso de verdad meter ritmo al partido. Intensificó la presión en los metros finales para recuperar pronto e impedir que el Sabadell saliera cómodamente como lo estaba haciendo a dos toques y ahí fue cuando Iago Aspas le puso tiza a la punta de su taco de billar. Los locales desarbolaron a un rival ya empequeñecido y hasta Fernando Navarro se soltaba y se animaba a pisar la línea de fondo para dar la asistencia de uno de los balones que tuvo que recoger Nauzet entre las redes de su portería. 

El Sevilla, que traía todo el trabajo hecho, cumplimentó el trámite y estará en la siguiente ronda copera. Para la historia quedarán los debuts de Juan Muñoz y Tena en un partido sin adrenalina en las gradas. Como en un concierto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios