Baloncesto · NBA

Houston no tiene un problema

  • Pese a la baja indefinida de Yao Ming, los Rockets enlazan 20 triunfos consecutivos, la segunda mejor racha ganadora de la historia, en la que Scola resultó fundamental: con él de inicio el balance es de 20-1

"Houston, tenemos un problema". La célebre frase –el célebre tópico– sirvió para ilustrar la situación de los Rockets cuando, hace dos semanas, perdieron hasta el próximo curso al pívot Yao Ming, estrella del conjunto con permiso de Tracy McGrady. Además, la tragedia se completaba con la presumible interrupción de la racha de trece triunfos acumulada por el conjunto texano hasta entonces, que les había remontado hasta puestos de play off desde las catacumbas de la condena al Lottery pick del Draft. Sin embargo, la respuesta de los hombres de Rick Adelman fue prolongar la racha un poco más. De momento, tras derrotar el miércoles a los Hawks por 83-75, hasta los 20 triunfos, lo que significa empatar la segunda mejor racha victoriosa de la historia de la Liga, en manos de los Bucks de Robertson y Alcindor. Sucedió en la temporada 70-71. Y ese año Milwaukee se hizo con el anillo.

¿Y qué ha propiciado ese cambio en los Rockets, el que les ha permitido sobrevivir a la lesión de Ming y les ha convertido en un conjunto puntero? Aparentemente, sólo uno: Hace 21 partidos, Adelman decidió renovar el quinteto inicial. Prescindió de Chuck Hayes, el esforzado ala-pívot de 1,98 que pasa por ser uno de los mejores reboteadores de la competición en el balance entre rechaces y minutos jugados, para dar paso a Luis Scola. Desde entonces, el record del equipo es de 20-1.

Adelman, famoso por el vistoso juego que llevó a practicar a los Kings hace un lustro, cambió de registro al fichar por los Rockets. El espectáculo estético que ofrecían sus Kings, basados en el talento de Bibby, Stojakovic y Webber (éste cuando las lesiones se lo permitían) nunca encontró el premio del anillo. Ni siquiera de la Final. Para su proyecto en Texas, el técnico concibió un conjunto práctico, basado en el poder interior de Ming y el talento de McGrady en el perímetro. Volvió a confiar en Steve Francis, depauperada ex estrella de la Liga, y la opción falló. Además de su dúo fantástico, Adelman contaba con una corte de consumados especialistas: desde Shane Battier (la versión yankee de Carlos Jiménez), al mencionado Chucky Hayes, pasando por el veteranísmo center congoleño Dikembe Mutombo (41 años oficiales, a los que pocos dan crédito), el tirador Luther Head y la ex esrella del playground Rafer Alston como director de juego, a los que se sumó el veterano Bobby Jackson, visto el fracaso de la opción Francis. No obstante, el técnico buscaba un tercer espada, alguien que jugara el papel de Divac en los Kings que dirigió, o el de Buck Williams en los Blazers que llevó a la Final de 1990. Y se encontró con el (técnicamente) novato Luis Scola.

El argentino, una estrella mundial a excepción de en la NBA –las paradojas de la competición americana son múltiples–, responde a la confianza de Adelman aportando 11,8 puntos y 6,7 rebotes desde que es titular, con excelentes porcentajes de tiro y en apenas 27 minutos de juego. Desde la ausencia de Ming, el ex del Tau ha dado muestras de su indudable capacidad de liderazgo, elevándose hasta el rango de segundo referencia ofensiva del conjunto texano. Los 18 puntos y 14 rebotes que registró en el triunfo ante los Nuggets del pasado 2 de marzo –y su excelente defensa sobre Kenyon Martin– son un notable ejemplo de ello.

Así, los Rockets se postulan como una alternativa al título en el Oeste. Una alternativa más, a sumar a las candidaturas de Spurs, Lakers, Mavericks, Suns o incluso Jazz y Hornets. En todo caso, todo dependerá del estado de forma de las franquicias a partir de abril. La buena noticia en Houston es que hoy, ahora, nadie es mejor que los Rockets. Dos decenas de triunfos consecutivos dan fe de ello. La mala, que rara vez estados de forma tan espectaculares se prolongan durante dos meses. Entonces, ya en la lucha por el título, quizá será el momento de retomar la célebre frase –el célebre tópico–: "Houston, tenemos un problema".

Los 33 triunfos  de los Lakers del 72, la cota a asumir. Los Lakers del curso 71-72 reunieron a tres veteranos estelares –Jerry West, Elgin Baylor y Wilt Chamberlain– para luchar por un anillo que los Celtics de Russell y Cousy, los Knicks de Frazier y Reed y los Bucks de Robertson y Jabbar les habían negado desde 1960. Lo consiguieron, por supuesto, y, de camino, lograron una marca de 33 victorias consecutivas, un record tan inabordable como los 100 puntos en un encuentro de Chamberlain. La racha comenzó el 5 de noviembre de 1971 ante los Baltimore Bullets (hoy Washington Wizards) y concluyó el 7 de enero del 72 ante los Bucks. En suma, dos meses y dos días de domino absoluto. Al término de la temporada sumaron 36 triunfos más, para un balance de 69-13 que culminó en título.

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