Tras el esperpéntico izado del telón mediante un impresentable partido en el que los anfitriones se mostraron como un grupo de amiguetes sin ningún vínculo con el balón aparecieron los inventores para laminar a otro equipo de la zona. Este Mundial va a dar mucho jugo en negro sobre blanco y todo indica que el fútbol no será el elemento dominante. Mucha advertencia inquietante, prohibiciones a granel y equipos inadecuados.

Aunque la presencia del Salvador de Mágico González en el Mundial de España fue pionero en el ejemplo de un equipo que no puede estar en Mundial, lo de los anfitriones el domingo es para que Infantino se deje de descalificaciones y piense cómo puede degradarse de esta manera el mayor acontecimiento que proporciona ese gran generador de acontecimientos que se llama fútbol. Afortunadamente, llegaron los inventores para decirle al mundo quién es quién.

Siete tiros a puerta y seis goles fue el balance de los pross en su aparición qatarí. Abrió la cuenta ese nuevo prodigio, hijo del mestizaje, que atiende por Jude Bellingham y que con sólo diecinueve años puede convertirse en una de las estrellas del Mundial. Con un físico excepcional se ha abierto camino en el Dortmund y ayer fue fundamental para el curso de eficacia que dio Inglaterra ante otra república islámica que fue siempre un pelele ante un equipazo en ambas áreas.

La eficacia en las dos área fue el secreto de los inventores, con Harry Kane en el papel de asistente predominando sobre el habitual de goleador, y los ingleses pasaron por encima de la Irán de Carlos Queiroz, ese portugués que sustituyó a Del Bosque en Chamartín porque, Florentino dixit, llevaba la corbata mejor que el salmantino. De todas formas y aunque estemos en el meollo de un Mundial irracional, bienvenido ese fútbol de verdad que se hace grande en las áreas.