Betis - Levante · la crónica

Jugar a velocidad de vértigo es gozar (2-0)

  • El Betis finiquita la primera vuelta con unos espectaculares 34 puntos tras imponerse al Levante gracias a sus letales contras. Rubén Castro volvió a exhibirse tanto en la carrera del 1-0 como en el control del 2-0.

El Betis completó una primera vuelta de ensueño con su triunfo contra el Levante. 34 puntos en su casillero clasificatorio, un rédito que ya nadie podrá quitarle, y, sobre todo, unas sensaciones de poderío que provocan que los suyos puedan pasarlo en grande cada vez que se ponen a ver un partido de los verdiblancos. Todo es fruto de un gran trabajo, de la transición hacia un método tan letal como eficaz y que tiene que ver con un fútbol desarrollado a velocidad de vértigo, sin pararse en tonterías. Todo transcurre en menos de diez segundos, que son los que se tarda en llegar de una portería hasta la otra. Y así, una y otra vez, este Betis acaba golpeando a sus rivales hasta conducirlos a la lona. 

De no ser porque se trata de una acción ya repetida en otras ocasiones durante el presente curso, jamás habrá un ejemplo más ilustrativo para darle valor empírico a todo lo anterior. Ocurrió cuando apenas se habían disputado siete minutos de la matinal de este domingo en el Benito Villamarín. El Levante había salido atrevido al campo y hasta se encontraba con un córner a favor merced a ese arranque, pero lo que jamás podrían vaticinar los hombres del piropeado Juan Ignacio Martínez es que los saques de esquina propios pueden convertirse en la peor de las trampas. 

¿Por qué? Muy sencillo. Pepe Mel tiene perfectamente trabajada la colocación de sus peones y a partir de ahí el Betis sabe hacer las cosas a una velocidad de vértigo. Y que nadie se atreva a restarle méritos a esa manera de entender este deporte, pues eso, justo eso, es lo más complicado del mismo. En Zaragoza, una jornada antes, bastó con que Adrián se la diera a Campbell y éste conectara con Rubén Castro. Ayer varió uno de los protagonistas y el orden de los factores, pero el resultado final fue exactamente el mismo. Jorge Molina fue quien recuperó el balón en la frontal del área propia y en lugar de lanzar un pelotazo defensivo su pase se dirigió hacia donde aguardaba Rubén Castro, más o menos junto a la raya del centro del campo, la arrancada de éste fue espectacular. A correr, velocidad pura, y si alguien me puede seguir, pues que lo haga. Lógicamente, ningún defensa fue capaz de llegar hasta el canario. Sí lo hizo por la otra banda Joel Campbell y encima Rubén Castro tuvo la clarividencia necesaria, complicada cuando se conduce la pelota con semejante velocidad, para dársela al costarricense, quien se encargó de la suerte suprema con suma tranquilidad. Interior del pie hacia una esquina y Munúa se tiene que limitar a intentar llegar sin ninguna posibilidad de éxito. 

 

No sé si alguno de esos gurús que se dedican por las redes sociales se habrá detenido en cronometrar el tiempo de ejecución de esa contra, pero, sin duda ninguna, ni el mismísimo Usain Bolt correría la distancia en ese tiempo. El Betis, a través de Jorge Molina, Rubén Castro y Campbell, aunó velocidad con precisión en cada toque del balón y en menos de diez segundos la pelota había pasado de estar junto a su área a alojarse en las redes del Levante. No hace falta nada más, sólo trabajar en los entrenamientos los automatismos para que ese tipo de acciones tengan una elevada posibilidad de éxito y dedicarse a explotar las cualidades de unos futbolistas capacitados de sobras para ejecutarlas. 

Porque a partir de ahí, si el equipo tiene otra serie de cualificaciones a la hora de manejar los partidos, que el Betis también las desarrolla a la perfección, todo es mucho más fácil y conduce, casi siempre, al goce de quienes profesan la fe balompédica verdiblanca. Ni siquiera tiene una trascendencia en el resultado el hecho de que ayer estuvieran ausentes hombres tan importantes para este equipo como el vasco Beñat, el faro del centro del campo, o su escudero Cañas. Ni a uno ni a otro se echó en exceso en falta en un equipo que tiene tan claros los conceptos del juego. 

Pepe Mel recurrió a la cantera para confeccionar el equipo inicial que debía pelear con el Levante por ese lugar de privilegio en la competición doméstica a la hora de atisbar la presencia en la próxima Liga de Campeones . A falta de los lesionados y sancionados, ahí estaban los jóvenes Nono y Vadillo para completar un once en el que también estaba Jorge Molina como acompañante de Rubén Castro en el ataque. Era, sin duda, un Betis ofensivo, pues partía con cuatro delanteros y, además, Nono era uno de los dos medios centro. Eso se comprobaría posteriormente cuando el Levante, tras el 1-0, se hacía con el mando por la zona central y hasta originaba muchas dificultades con sus combinaciones por esa zona, casi siempre en superioridad numérica. Suerte para el Betis que entonces apareció de manera providencial Adrián para ejecutar también su trabajo con una gran parada a Rubén tras una buena jugada colectiva de los visitantes. 

Pero daba igual, el camino estaba ya más que trazado y era cuestión de saber aguardar al momento adecuado para firmar la sentencia definitiva. Sobre todo porque Mel sabe leer este juego y tomó la sabia decisión de meter al debutante Eder Vilarchao por Vadillo cuando se dio cuenta de que las dificultades por el centro iban incrementándose. Un centrocampista por un extremo, mayor control para el Betis, y otro futbolista del filial para el primer equipo. Valentía con réditos rápidos, porque después de un taconazo del vasco anulado por fuera de juego de Rubén Castro llegaría otra obra maestra del canario. Un pase de Nacho al interior del área lo convirtió en ocasión de gol con un control orientado digno de los más grandes delanteros. Y la ejecución sería igual de brillante para que el Betis se colocara con un tranquilizador 2-0. A partir de ahí había que bajar las revoluciones y el Betis también supo hacerlo, aunque desaprovechó la oportunidad de golear en algunas contras. Daba igual, los suyos ya estaban gozando a lo grande gracias a esa velocidad de vértigo con la que se maneja este gran Betis. ¡34 puntos en la primera vuelta, nada más y nada menos!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios