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Juventud, divino tesoro (85-74)

  • Con un soberbio Hernangómez, que apunta a MVP, el CB Sevilla liquidó a un Barça que le cogió tirria al partido.

Es difícil comprender por qué un día el Baloncesto Sevilla parece un juguete en manos del Obradoiro y otro, sin motivo alguno aparente, es capaz de devorar a un Barcelona que pareció un títere en San Pablo. Y es que, simplemente, no hay que buscarle una explicación. Esto es el Caja, bueno, ahora Baloncesto Sevilla, de ayer y hoy. Capaz de lo mejor y lo peor sin un porqué. Esto lo saben los aficionados que llevan años sufriendo y disfrutando con su equipo y lo tendrán que aprender los nuevos que han aterrizado este año, aunque buena parte de culpa de este triunfo para el recuerdo (otro más) tiene un nombre propio: Willy Hernangómez. El pívot, que ya dio pasos agigantados la pasada campaña, sigue creciendo y quién sabe cuál es su techo, ya que apenas tiene 20 años. Sí, 20 años. Juventud, divino tesoro, por mucho que la bisoñez de los jugadores haya sido apuntada en algún momento en el club como responsable del mal inicio. Se equivocaban, evidentemente, porque junto con el madrileño los Porzingis, Radicevic y Oriola, apoyados en la experiencia de Álex Urtasun y Berni Rodríguez, pasaron por encima de un Barça irreconocible para reivindicar su sitio en el equipo.

El 7-8 que colocó en el luminoso Satoransky fue la segunda y última ventaja que tuvo el conjunto azulgrana en el encuentro. Ahí se quedó el base clavado en anotación en su agridulce regreso a su casa, tras cinco años de aprendizaje con Joan Plaza, Aíto García Reneses, Diego Ocampo y Javi Carrasco. Radicevic, el relevo natural del checo en el cuadro hispalense, lideró un parcial de 12-0 junto a un Hernangómez que en defensa frenaba a Tomic y en ataque las pedía todas. Estaba caliente y veía el aro como una piscina, desde la pintura, claro, porque parece que por fin Scott Roth ha decidido aprovechar el potencial del que dispone en la zona.

Los locales se encontraban a gusto. Corrían en ataque y se fajaban atrás. Disfrutaban porque, además, el acierto les permitía salir airosos del intercambio de golpes con los visitantes, que perdieron a Oleson al final del primer cuarto por una lesión muscular. Sin el de Alaska ni Navarro, que se quedó en la Ciudad Condal por lesión, el juego exterior azulgrana se vio muy debilitado (4/24 en triples). Marcelinho Huertas, perro viejo pero que va sobrado, lo entendió perfectamente y ante la floja defensa de Woodside -quien mejoró en la segunda parte- empezó a repartir asistencias y a anotar y el Barça igualó el choque al filo del descanso (36-36). Se encendieron las alarmas, pero el CB Sevilla demostró coraje en un momento complicado. Cinco puntos seguidos de Hernangómez, que quería todos los balones, y una entrada marca de la casa de Radicevic firmaron un 7-0 en un minuto para que los de Roth se fueran al descanso 43-36 demostrando que no estaban dispuestos a tirar todo lo bueno que habían hecho.

Los de Xavi Pascual se empezaron a dar cuenta de que no iban a ganar el choque sin bajarse del autobús. Tarde. Ni siquiera el tercer temido cuarto del cuadro hispalense, algo tan del Caja como ser capaz de lo mejor y lo peor, tuvo incidencia en el choque a pesar de que Tomic parecía asumir el protagonismo con seis puntos seguidos. Pero ahí estaba Hernangómez, al que le salía todo. Hasta fallar el tiro libre de un dos más uno para coger el rebote y sacar otro dos más uno. De genio. El Barça lo intentó, pero esta vez Roth si paró el partido tras un 0-5 que ponía el 56-49. Lección aprendida de Santiago.

Con los puntos del interior tomó impulso el CB Sevilla, que golpeaba al Barça desde el triple con Berni y Urtasun. ¿Y los americanos? Watts, sentado; Thames desenchufado y Byars sin protagonismo. Sólo Woodside, que puso cabeza al juego hispalense cuando así lo requirió, se salvó. Porzingis (ocho puntos en el último cuarto) se unió al festival ante un Barcelona perdido por deméritos propios y méritos de un CB Sevilla imperial, comandado por un Hernangómez que no dio opciones a un rival que llegó a verse 17 puntos abajo (74-57), cuando hacía menos de 48 horas se paseaba en la Euroliga. Cosas que pasan cuando se juega ante unos niños imprevisibles, pero con calidad de sobra.

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