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Llull, otra vez Llull

  • El madridista decidió en los últimos segundos tras un choque igualado

Sergio Llull volvió a ser providencial para decantar con una canasta en el último segundo un vibrante clásico ante un rocoso Barcelona que plantó cara al Madrid y tuvo opciones hasta el final. Con mayor dominio en el rebote y lastrados por sus bajos porcentajes desde el triple, los azulgrana remontaron y se pusieron por delante a seis segundos del final, los que necesitó Llull para sellar una victoria agónica que pone fin a una racha de tres derrotas consecutivas de su equipo.

El choque comenzó con un Maciulis que era el único que encontraba la llave de la cerradura visitante. Seis puntos seguidos de Oleson y el dominio del Barça en el rebote propiciaron la primera brecha en el marcador (7-15), hasta que los de Pablo Laso empezaron a carburar y terminaron los primeros diez minutos con el marcador igualado a 23.

El segundo cuarto arrancó sin un dominador claro sobre la pista, con imprecisiones por ambos bandos; un desorden que aprovecharon los madridistas, que anotaron 16 puntos en los cinco minutos siguientes por seis de los catalanes. Ambas plantillas se fueron al descanso con sensaciones muy diferentes: el Barcelona, buscando soluciones a su desconexión, y el Madrid, con la moral por las nubes tras el tradicional triple de Llull sobre la bocina que le otorgaba la mayor renta de la tarde (47-36).

El tercer cuarto empezó con Tomic dominando bajo tableros y Perperoglou aportando puntos. Aunque el Barcelona llegó a estar a dos puntos tras un triple de Víctor Claver, el Madrid pudo llegar a los diez minutos finales con cinco puntos de ventaja (62-57).

Con cinco puntos consecutivos, Carroll dio aire a los locales en el arranque del último periodo. Dos providenciales robos visitantes en el último minuto le devolvieron la ventaja tras muchos minutos gracias a las canastas de Perperoglou y Tomic, que subió el 72-73 a 26 segundos del final. Con seis segundos por jugar, con el Madrid uno abajo, la bola fue para Llull, que anotó desde tres metros y puso el broche a un clásico vibrante que pudo haberse llevado cualquiera.

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