Maratón de Sevilla

42 kilómetros de historias por Sevilla

Corredores de la asociación Carros de Fuego cruzan la meta.

Corredores de la asociación Carros de Fuego cruzan la meta. / Víctor Rodríguez

Lejos de los focos, más allá de los grandes tiempos y de las portadas, hay otro maratón. Porque en 42.195 metros pasan muchas cosas y 13.000 corredores dan para 13.000 maratones distintos. La carrera del que se estrena en la distancia, la de aquel que se calza las zapatillas por algo o alguien o la de quien se marca, simplemente, un reto personal.

En un maratón hay tantas carreras como maratonianos y da igual cruzar la meta con 2:30 minutos que hacerlos superadas las cuatro o cinco horas. La imagen es la misma: llanto de alegría y gritos de emoción de todo finisher, que tras dejar atrás más de 42 kilómetros debía aguantar al típico guardia de seguridad que le pedía casi sin dejarle respirar que siguiera adelante para que abandonase la zona, cuando muchos querían inmortalizar el momento con fotografías o esperaban a compañeros y amigos. Todos se colgaron esta edición la réplica de la medalla de oro que Abel Antón ganó en 1999 en los Mundiales de Sevilla.

El soriano, en el vigésimo aniversario de aquella gesta, también estuvo en la salida del Paseo de las Delicias. El objetivo no era sólo recordar aquella gesta a más de 40 grados de temperatura, sino motivar a su paisano Fermín Cacho a calzarse de nuevo unas zapatillas desde que se retirara hace ya más de 15 años. Consiguió motivarlo, pero en la media maratón el campeón olímpico en Barcelona 1992 paró de dar zancadas. "Ha sido mi primer contacto con el maratón, pero lo más importante es que Abel Antón ha conseguido que me ponga de nuevo las zapatillas para entrenarme. El próximo reto será acabarla", dijo Cacho en meta mientras esperaba a Antón, que sí cruzó la meta en 4:02.44 horas. La terna la completaba Martín Fiz, que tras el kilómetro 10 tuvo que retirarse con algún problema físico. "Ha sido fantástico correr de nuevo en Sevilla. He recordado lo que viví hace 20 años", afirmó Antón.

No fueron los únicos ilustres por las calles hispalenses. Juan de Dios Jurado, un mediofondista de calidad que en 2005 fue bronce en el Europeo en pista cubierta bajó de las 2:50 horas, la triatleta sevillana María Pujol debutó en la distancia con 3:05.22 o, entre otros, el portugués Domingos Castro, figura del atletismo que en 1987 fue subcampeón del mundo en 5.000 metros en Roma por detrás del marroquí Said Aouita. Palabras mayores. "Ha sido una prueba fantástica. Conocía Sevilla de cuando corrí el Cross de Itálica -ganó la prueba en 1989- y quería estar aquí junto a amigos y compañeros como Abel Antón, Martín Fiz y Fermín Cacho. Corrí en España durante más de 20 años y siempre me trataron muy bien, mejor incluso que en Portugal", destacó el campeón luso. A sus 55 años, Castro bajó de las 3:18 horas, lejos de los 2:07.51 con los que se impuso en Rotterdam en 1997, pero es que corre "para disfrutar y por salud".

Pero en el maratón hay mil historias más. El olor a reflex que inunda las calles nada tiene que ver con el incienso a lo que olerán en unas semanas y recuerda que Sevilla es deporte, muchos más allá de los estereotipos de la ciudad. Una ciudad, sin embargo, a la que aún le falta esa cultura y respeto al deportista para que la gente no cruce la calle al paso de los populares o una señora vaya casi por mitad del recorrido por Constitución seguramente preguntándose por qué tanta gente corre por donde va ella. Poco a poco, aunque tras 35 ediciones es todo un logro que voluntarios y anónimos se dejan as voces animando a los que siguen corriendo horas después de que el ganador haya cruzado la meta. Su carrera es contra el coche escoba y el cierre de control y merecen igualmente todo el respeto del mundo. Respeto que se ha ganado Julio Molina, que sigue sin fallar a ninguna edición de la carrera hispalense, un veterano madrileño que completó la prueba haciendo marcha o los corredores de Carros de fuego, quienes tras superar la incomprensible queja del Defensor del Pueblo contra su participación en eventos deportivos empujaron un año más, y los que quedan, los carros de varios niños con diversidad funcional. Los héroes del maratón, por desgracia, no siempre salen en las fotos.

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