Los nuestros | Luis Gómez, fundador de la asociación Carros de Fuego

Motor de una apuesta por la inclusión

Luis Gómez, impulsando el carro de su hija Casilda durante una maratón en 2017.

Luis Gómez, impulsando el carro de su hija Casilda durante una maratón en 2017. / M.G.

Hay pocos escaparates como el deporte para promover la inclusión y la diversidad. Luis Gómez (Sevilla, 1975) corre desde los quince años y es el padre de Casilda, una niña con el síndrome de Rett atípico. A finales de 2014, él y su mujer, María, pusieron los cimientos de Carros de Fuego, una asociación que reúne a personas que se prestan a empujar a niños con discapacidad en carreras populares. La nomenclatura surge de la emblemática película de Hugh Hudson. “A mí siempre me ha gustado el cine y un día, dándole vueltas a cómo se podía llamar todo esto, pensé que venía al pelo”, dice.

Luis reconoce que la idea “surgió de forma espontánea”, durante una prueba en Bellavista. “Me acuerdo de que era una carrera cortita y con poquita gente y cuando estábamos esperando para correr, se me ocurrió llevarme a la niña en su carrito. Y la verdad es que nos gustó mucho. Yo había corrido muchísimas carreras, de triatlón y tal, pero nunca me habían animado tanto. Y otros corredores que ahora vienen con nosotros, dicen lo mismo”, explica.

Aunque entonces Luis –que corrió por primera vez una maratón en 1993, con 18 años– tenía ya muchos kilómetros en las piernas, la experiencia de poder correr junto a Casilda le marcó. Habla de cómo repercute en el ánimo de su hija y de los niños que ahora van en los carros. “Es positivo para todos. El público tiene una visión de la discapacidad distinta: no la está mirando con pena, sino con ilusión e incluso con admiración. Y eso los niños lo notan, notan las miradas que se les echa”, sostiene. Por eso él y María decidieron que debían trasladar la idea a más gente. “Hicimos algunas carreras más largas y decidimos que esa sensación que tenía Casilda y la sensación que teníamos nosotros, la queríamos compartir con otras familias y con otros niños”.

Actualmente, Carros de Fuego cuenta con una bolsa de más de 100 corredores que se prestan, teniendo parentesco o no con ellos, a impulsar a los niños. “Ya no tenemos carros que no sean preparados para correr. Al principio teníamos carros de segunda mano que la gente ya no usaba”, indica Luis. Cuando la asociación comenzó a crecer, se centraron todos los esfuerzos en comprar carros verdaderanente preparados. Ahora mismo cuentan con once y planean adquirir tres o cuatro más. “Los pedimos a Inglaterra, porque salen allí más baratos y nos lo mandan con funda y con algunos accesorios. Son carros totalmente seguros. Tienen ruedas gruesas, como de bicicleta de montaña, y no tienen problemas si durante la prueba hay alguna zona adoquinada o algún bache. Está demostrado que no vuelcan”, asegura.

Hace semana y media participaron en la media maratón de Sevilla. “Íbamos a llevar diez carros, aunque al final fueron nueve porque una niña que se llama Julia se puso mala a última hora. Pero fue estupendo. Además, notamos que, con todo lo vivido en este último mes, la gente nos animaba más si cabe”. Se refiere a la polémica que ha habido con el Defensor del Pueblo Andaluz, Jesús Maetztu.

Había abierta una queja de oficio contra la participación de niños con diversidad funcional en este tipo de carreras, pero después de muchos episodios de lucha, Carros de Fuego consiguió que ésta quedase cerrada. “Hemos notado mucha solidaridad con este movimiento”, dice.

Asimismo, quiere agradecer al Ayuntamiento de Sevilla “el apoyo y las facilidades” que han dado a la asociación desde el principio, y en especial a David Guevara, delegado de Deporte. “Ellos –los niños– no compiten, ellos participan, pero que se les permita participar de esta forma es bonito”, argumenta Luis.

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