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A Negredo se le va agotando el tiempo

  • La vuelta de Luis Fabiano y la llegada de las citas clave juegan contra un futbolista que en el Bernabéu también decepcionó

En Zaragoza fue expulsado por una niñería después de ponerse en evidencia con una pataleta tras un gol en propia puerta. En Mallorca fue de nuevo expulsado, quizás de forma rigurosa, por medir mal en la presión. Y en el Bernabéu... simplemente no estuvo. Justo en el mejor escenario para reivindicar su papel en el fútbol español y mostrar las razones que han llevado a Del Bosque a ubicarlo como candidato al Mundial, Negredo sufrió su enésimo apagón del curso. El vallecano deambuló pese a la fuerte apuesta que hizo Jiménez por él, dejando a Kanoute en el banquillo y fiándose a su hipermotivación.

Quizás sea ése el problema de Negredo, la hipermotivación. En Zaragoza, el ser recibido como un traidor por decantarse por el Sevilla lo cegó. Y, en líneas generales, ha llevado mal la enorme presencia que está teniendo ante las continuas ausencias de Luis Fabiano o Kanoute. Pero el brasileño regresó ayer para culminar su proceso de recuperación y debe estar a punto en semana y media. Es esperado para la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones. Y el francés demostró en Madrid que, aun sin ser el que fue, al menos va poniendo a carburar su físico y sus prestaciones. Los dos grandes delanteros del Sevilla están llamados a volver a copar la titularidad justo ahora que el calendario comienza a acercarse a los exámenes finales.

Esta semana es limpia y debe servir a Kanoute y a Luis Fabiano para proseguir en su puesta a punto, por lo que Negredo debería ir dejando paso, con educación e incluso con alguna reverencia, a los dos grandes arietes sevillistas. El vallecano es el delantero centro que más ha utilizado Jiménez en lo que va de campaña, sobre todo en la Liga, aunque también ha participado en la Copa y en la Champions. Y su gran proporción de partidos y minutos, muy por encima de los otros dos candidatos al teórico dorsal 9, está lejos de verse refrendadas con goles y rendimiento: 7 en Liga, 2 en Copa y uno en Champions, el de Moscú. En su haber, además, las dos referidas tarjetas rojas.

Pero quizás lo que más se le puede reprochar es su falta de compromiso para meter el hombro en un equipo que requiere el esfuerzo colectivo. A Negredo cabe pedirle que, en lugar del cómodo estatismo de depredador del área, saque esas otras facetas que sí ofrecen Kanoute y Luis Fabiano, de una u otra forma: ofrecerse, tirar desmarques, desahogar la salida jugando de espaldas, combinar con los extremos y los centrocampistas, caer a la línea de tres cuartos y participar con menos remilgo en la presión.

Negredo tocó su techo ante el Valencia, con los dos goles de la victoria. Fue su gran noche. Cazó con hambre de goleador un rechazo para hacer el 1-0 y luego llevó el delirio a la grada con una exquisitez de su pierna izquierda, aquella aterciopelada vaselina ante César. Pero fue un oasis en el desierto de 2010.

Su irrupción, espoleada y aplaudida por una afición que se ilusionó como nunca con su llegada en agosto, fue muy prometedora entre septiembre y octubre. En San Mamés se ofreció como la gran esperanza ante el temido ocaso de Kanoute y la no menos temida fuga de Luis Fabiano. Ante el Real Madrid le dio continuidad a esa estela marcada con un gran partido, asistencia de gol incluida. Y luego llegó la noche negra del Málaga, ésa en la que, tras marrar cinco ocasiones de gol clarísimas, derramó lágrimas de rabia en el banquillo al ser sustituido por Jiménez. Desde entonces, Negredo, salvo ese día iluminado del Valencia, no volvió a ser el mismo.

Primero lo lastró su obsesión por marcar su primer gol en Nervión, que llegó en la derrota ante el Getafe, con un remate en semifallo. Luego, él mismo se fue cargando de presión al ver que, con Kanoute en África y Luis Fabiano lesionado, le había llegado la hora de poner todo su talento al servicio de un club que realizó una apuesta tan fuerte en él: 14 millones de euros.

Y esa presión fue minando su moral al tiempo que el gol llegaba con cuentagotas. De enero se fue casi en blanco, sacó algo la cabeza en febrero y marzo no lo ha podido empezar peor, quitándole las ganas a Florentino Pérez de realizar opción de recompra alguna. Higuaín, robándole la cartera en el 1-2 y realizando un gran despliegue de juego aun sin gol, le enseñó qué significa ser delantero de un grande. El problema para él ahora es que se le acaba el tiempo, porque llegan los partidos en los que el Sevilla debe rematar la temporada y, ahora mismo, no parece que Negredo esté para rematar nada. Aun así, su juventud y su talento invitan a esperarlo. Pero, ¿hasta cuándo?

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