Betis - Ponferradina · la crónica

Si la Ponferradina le quita el balón... (1-1)

  • El Betis firma una segunda parte desastrosa que remata con un penalti inocente de Bruno. Mel no fue capaz de que su equipo diese continuidad al buen juego del primer período pese a intentarlo con N'Diaye y Kadir.

Le está costando al Betis cuajar un partido completo, ser capaz de hallar un línea de continuidad en su juego. Y si frente al Sabadell lo manchó con una segunda parte más que discreta, el borrón de ayer fue bastante más gordo por cuanto significó, amén de mancillar la imagen, la pérdida de dos puntos que lo hubieran puesto en órbita, con 47 en lo más alto de la tabla junto a Las Palmas, Sporting y Girona. 

Pero no pudo ser, entre otras cosas porque no lo mereció, y se queda con 45 unidades y cara de tonto al encajar el gol en el minuto 94 fruto de la segunda jugada de un penalti que Adán había rechazado. Aunque, claro, si la Ponferradina es capaz de quitarle el balón en Heliópolis durante nada más y nada menos que 45 minutos... 

El partido debe servirle a Mel para extraer numerosas conclusiones, pero sobre todo para intentar averiguar por qué el equipo, sin que se atisbe ninguna merma en el apartado físico, pega ese giro tan radical cuando sube por segunda vez la escalerilla de los vestuarios. 

Porque el Betis asomó enchufado. La derrota matinal de Las Palmas quizá fuera un plus de autoestima al poder encaramarse a lo más alto de la tabla y, queriendo la pelota y encerrando a la Ponferradina poco a poco, las ocasiones fueron llegando al punto de que, al descanso, el gol de Jorge Molina se antojó un botín algo escaso. 

El equipo berciano, sometido, no había sido nada. No inquietó a Adán en ningún momento y su defensa hacía aguas cada vez que Piccini aprovechaba los pasillos que le brindaba Cejudo y Dani Pacheco zigzagueaba con éxito por la izquierda. Dani Ceballos se asomaba al área desde la segunda línea, muy bien escoltado por Reyes, y el chileno no pareció acusar la temprana e injusta tarjeta amarilla con que el árbitro lo obsequió. Rubén Castro y Jorge Molina tuvieron tarea, es decir, muchos balones en el área y cerca de ella, algo que los delanteros agradecen. Entró quizá el más tonto, al aprovechar el alcoyano un mal despeje de Óscar Ramírez tras la enésima internada de un activadísimo Piccini. 

Pero muy complicado resulta desentrañar los porqués del mal fútbol desarrollado en la segunda mitad. Es comprensible, y hasta lógico, que la Ponferradina tenga unos minutos de asedio o control del partido al ir perdiendo, pero no que coja el balón en el minuto 46 y se lo deje al Betis para sacar de centro en el 94, una vez Yuri lo hubo ejecutado sin posible respuesta ya. 

Es cierto que Manolo Díaz, con un cambio a lo Juan Merino en el minuto 51, revolucionó a su equipo. El chileno Lucas se fue enfadadísimo, señal de que no estaba avisado por su técnico, pero éste recompuso la zaga y ganó el centro del campo con la entrada de Gaztañaga. Pepe Mel no tardó en darse cuenta de la maniobra, entre otras cosas porque su equipo cuajaba los peores minutos desde que él lo entrena. Pero no le salió bien la maniobra que intentó. Sacó del campo a un delantero, Jorge Molina, y dio entrada a N'Diaye, con lo que pretendía proteger a Lolo Reyes, ganar presencia en el mediocampo y, a la vez, liberar a Dani Ceballos para que sus robos de balón se produjesen más cerca del área contraria. A ver si en uno de ellos... 

Aunque el 2-0, ese ansiado gol que hubiese sido cauterizador de un fútbol que se asemejaba al del Betis de Velázquez, nunca iba a llegar. Ni en un robo de balón ni mucho menos, en un ataque organizado, entre otras cosas porque el franco-senegalés estuvo sencillamente horrible y el balón lo tuvo siempre la Ponferradina. 

La segunda tentativa del técnico madrileño también tuvo tintes africanos. Kadir, que había mostrado un buen tono en los entrenamientos, le ganó la mano a un Portillo al que no le ha perdonado su mal partido en Soria. Y eso que ayer era un buen día para que el malagueño fuese incluso titular por delante de Cejudo a ver si cuajaba un buen partido y se enganchaba de una vez a a la dinámica del equipo. Pero entró el argelino, algo caído a la izquierda -Dani Ceballos interpreta mejor esa posición y a Kadir le gusta jugar de mediapunta-, y su fracaso fue similar al de N'Diaye, ya que no aportó frescura ni logró que el Betis mantuviese algo más la pelota en las escasas posesiones que le dejaba un rival que iba a más. 

En un día aciago para los cambios, el tercero fue obligado por la lesión de Piccini, pero nada hacía presagiar el cruel, por tardío, desenlace del partido. Porque la Ponferradina apenas generaba ocasiones, Adán era un espectador privilegiado del buen toque de los leoneses, pero a su área apenas cayeron dos o tres balones colgados siempre despejados por Bruno. Hasta que el tinerfeño, en una jugada desgraciada, cometió penalti al no ver la anticipación de Alan Baró. 

Lo cierto es que fueron demasiados minutos en el alambre del 1-0, una actitud inexplicable en casa. Y si el punto de Soria ante el Numancia pudo considerarse hasta bueno, los dos perdidos ayer en Heliópolis podrían ser de ésos que se recuerdan en junio si el ansiado objetivo no se logra.

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