SESENTAIDÓS años después se repite el cartel de la que fuese considerada la mejor final de la historia, una especie de partido de partidos que se convirtió en legendario y ya se sabe que la leyenda es esa materia que se encarga de agrandar los hechos según caen tacos de almanaque. La diferencia es que entonces fue Hampden Park el escenario y que hoy ese nuevo Real Madrid-Eintracht de Francfort va a celebrarse en Helsinki.

Más cerca aún del casquete polar, esta Supercopa europea ha desempolvado el póquer de goles de Pancho Puskas y el portentoso trío que ligó el inconmensurable Alfredo Estéfano di Stéfano Laulhé. Sesentaidós años y tres meses después, el Realísimo parte de claro favorito ante el equipo que batió al Betis, al Barça y al West Ham, verdugo del Sevilla en la pasada Liga Europa. Pero es que lo que el Madrid se quitó de encima fue tremendo.

Como campeón de la Champions, diríamos que épico campeón por los obstáculos que fue dejando en la cuneta, el Madrid parte como claro favorito. Esa tarjeta de visita ve cómo es acompañada por la goleada que su rival recibió como local de esa apisonadora llamada Bayern Munich. Un 1-6 que debe ser como un chute de morfina en vísperas de una final, lo que agranda las distancias existentes; claro que es una final y en una final apenas pesa el pronóstico.

Y dejándonos de recuerdos, la cruda realidad de que es el primer compromiso serio del fútbol español. Ese fútbol español que nadie representó jamás como lo hizo el Realísimo desde que se inventó la Copa de Europa. Aquella de Glasgow fue la quinta edición, el Madrid se proclamó pentacampeón y a estas alturas de la vida ya tiene catorce. ¿Hay quien dé más? Las cosas son como son y doble contra muy sencillo a que el Real de Madrid gana esta noche.