Cinco puntos en nueve salidas es un paupérrimo bagaje para un equipo que, a priori, aspira a colarse entre los cuatro primeros de la Liga española. En Bilbao, diversos fueron los motivos por los que los pupilos de Manolo Jiménez no se trajeron algún tipo de botín de la Catedral.

El primero y rotundo fue el futbolístico. Jugando sin la tensión de los partidos importantes -Arsenal, Real Madrid, Copa ante el Barcelona o el derbi- este Sevilla es un equipo más. Puede tener más calidad que sus rivales, pero eso no es suficiente para ganar encuentros de Liga. El segundo, y como viene extrañamente pasando en los partidos lejos del Pizjuán, el árbitro volvió a ser el jugador número 12 del adversario. Nueva expulsión de un jugador del Sevilla, más o menos rigurosa, pero se le castigó a Escudé por una acción que segundos antes la había sufrido en sus propias carnes por parte de Aduriz. Uno menos y resultado en contra. En consecuencia, partido sentenciado a favor del Athletic.

Con estos números lejos del calor de Nervión, el equipo blanco es el tercer peor equipo de la Liga fuera de su estadio. Pero para mayor dolor entre los aficionados sevillistas, el conjunto dirigido por Joaquín Caparrós ostentaba el mismo honor que los sevillistas como local. Con estas estadísticas en la previa, todo señalaba al empate, pero con el Sevilla de esta temporada cualquier cosa puede suceder en la hierba.

Los cálculos mentales realizados al inicio del presente ejercicio liguero sobre qué cifra de puntos se podían conseguir en la primera vuelta no contaban con el desastre sevillista fuera de casa. Que sólo se le haya podido ganar al colista Levante deja bien claro cuál es el nivel que exhibe el actual Sevilla. Jiménez apelaba al "carácter" de sus futbolistas antes de emprender viaje a tierras vascas, y todo menos eso fue lo que mostró su equipo.

¿Qué diferencias pueden existir entre el Sevilla que aplastó en el derbi inicio del presente ejercicio liguero al Betis -un equipo que pelea con el Athletic por escapar del descenso- y el que fue incapaz de hincarle el diente a un equipo con tan pocos recursos como es el actual equipo vizcaíno?

La más palpable es la ausencia de jugadores de verdadero peso dentro de este equipo. Hasta cinco jugadores distintos utilizó Jiménez en San Mamés con respecto al último partido de Liga. La zona del campo que más adolece estas ausencias es el ataque. Con Kanoute preparando la Copa de África con Malí y Luis Fabiano sancionado, el Sevilla tenía fuera del terreno de juego a 20 goles. Y si, además, sólo se puede contar con un ariete que hasta hace poco estaba sin ficha y buscando equipo... La falta de ocasiones de peligro fue evidente.

Pero no sólo sufre el Sevilla en la finalización, porque antes de terminar la jugada hay que crearla, y anoche ni de eso fue capaz el equipo hispalense. En partidos donde el contrario deja al Sevilla maniobrar a sus anchas y fabricar sus jugadas al ritmo que más le convenga, Maresca es un centrocampista excepcional. Pero en campos como San Mamés donde primero sueltan la patada y después miran dónde está la pelota, el italiano se pierde en pases en largo que no inquietan a los rivales. Ni la opción de Renato como segundo punta sirvió esta vez para sumar algo positivo.

Fin de la primera vuelta. Fin de una decepcionante primera vuelta del Sevilla en Liga. Sumando los mismos puntos en el segundo tramo de la competición, a lo más que aspira este equipo es a terminar en puestos de la Intertoto.

En el glorioso 2007, los blancos ganaron sólo tres partidos fuera en Liga: dos al Levante y uno al Deportivo. En 2008 nada parece cambiar.