De poco sirven las anotaciones del cronista cuando todo esto trata de un dilatado proceso de construcción, de horas y horas de trabajo con el balón y sin él, en lo físico y en lo mental. Este Cajasol osado, divertido y valiente llega al corazón y deja imágenes en la retina que recordará el aficionado siempre: un mate de Satoransky, el triple de Bamforth, una entrada de altos vuelos de Landry, aquel tapón de Porzingis o los dos tiros libres de Balvin con la presión a flor de piel. Más que la fe, la constancia mueve montañas, lógicamente con una base de talento en la que sostenerla. 

Acabará o no en el play off, pero lo que están consiguiendo esta plantilla y su cuerpo técnico va más allá de un reto puntual; el premio pretendido, el respeto de todos, ya lo tienen. En un juego se puede ganar o perder porque como tal hay muchos factores que lo rodean, empezando por el rival y continuando por el arbitraje, pero nadie podrá decir que estos chicos no se dejan la piel, no asustan a portentosos bloques como este Valencia Básket, una de las escuadras más en forma del continente y reciente campeón de la Eurocup, y no compiten como hombres teniendo una edad media, no está de más recordarlo, de menos de 23 años. 

Perdieron los cajistas en la Fuente de San Luis, aunque ¿cómo cayeron? Todos en pie, como fueron despedidos por la afición valenciana premiando la encomiable labor que se viene realizando en la factoría de San Pablo con el milenario Aíto al frente de las operaciones. Ese triplazo de Bamforth, inédito en la anotación durante 39 minutos y 57 segundos, para forzar la prórroga esconde mucho detrás: confianza ciega, valor, compañerismo y nada de egos, orgullo, descaro, materia prima de calidad… No era fácil lanzarlo y lo metió. Cayó el Cajasol por salir al tiempo extra con la adrenalina disparada por lo anterior y no pensando en cómo rematar a un extraordinario Valencia, impresionado, no atemorizado, por la afrenta visitante. 

Hay detalles por pulir, faltaría más, y deben los chicos ser más contundentes debajo del aro, en defensa y en ataque, perder menos balones o buscar pases rápidos para no agotar la posesión… Matices. Sólo se veían los cimientos en verano y ahora es un edificio hecho y derecho, con mucho margen para crecer y convertirse en un rascacielos. Caixabank tendrá la última palabra, aunque debería reflexionar sobre las posibilidades reales de este grupo que está dejando boquiabierta a la ACB, sobre el ejemplo que dan estos críos a la juventud, deprimida por esta profunda crisis. 

El titánico encuentro del Cajasol obligó a exprimirse a un Valencia que en la primera vuelta se paseó con 15 minutos finales de fantasía. ¡Cómo ha cambiado el panorama! Los sevillanos compiten, han fraguado a fuego lento un carácter que los mantiene vivos en los partidos. Fue Mata el hombre que auxilió al equipo cuando los de Perasovic quisieron zanjar la contienda en el segundo cuarto tras un primero de tanteo. Sin Lafayette ni Lishchuk, la batería de primeros espadas es inagotable en el Valencia y en los segundos 10 minutos salió a la luz. Aprovechando que el Cajasol jugaba blando, un par de acciones de Lavrinovic dispararon a 12 la ventaja local. Poco antes del dos más uno del lituano entró el argentino por Radicevic e hizo emerger al submarino con seis minutos primorosos, echándole Landry una mano. Cuatro triples, una canasta más adicional y una contra impulsaron al Cajasol, que llegó por delante al descanso tras anotar 30 puntos: 40-44. 

El ímpetu devorador de Perasovic hacía prever que los levantinos volverían a la cancha, ofendidos, con ganas de destrozar al atrevido oponente sevillano. Tal cual. El Valencia decidió que de tres en tres se va más rápido y con siete triples y una canasta más adicional labró otra renta de 12 puntos que pudo ser definitiva. El obstinado e inspirado Satoransky impidió con sus puntos, asistencias y un triple para sellar el acto que así ocurriera en otra lección de entereza y aplomo: 70-64. 

El checo, Porzingis y Landry (¡vaya dos mates!) siguieron erre que erre y Franch obró la remontada en una contra tras un tapón legal del yanqui a Van Rossom: 71-72. Los niños se le habían subido a las barbas al gigante. A base de tiros libres mantuvieron los locales el duelo en un puño, con un Cajasol imponente. Con empate a 81 se sucedieron los errores hasta que el incombustible Doellman sacó su fusil, a Balvin no le falló el pulso y Landry igualó a 85. 

Aíto se la jugó con una zona en los 16 segundos finales y Lucic descerrajó un balazo en forma de triple a menos de tres… Pero el Cajasol, gracias a la brillante respuesta de Bamforth, resucitó. En la prórroga, la fragilidad defensiva y alguna decisión arbitral tiraron a la lona al luchador equipo hispalense, que se ganó ayer el sobresaliente pese al revés. Tocará mantener el sábado el tono y certificar el play off, justicia poética obliga, ante un Joventut que querrá jugar con el tembleque hispalense. Pero estos chicos ya no tienen miedo... 

Ficha técnica:

104 - Valencia Basket (19+21+30+18+16): Van Rossom (5), Rafa Martínez (19), Sato (8), Doellman (23), Dubljevic (15) -cinco titular- Triguero (-), Ribas (7), Lucic (12), Lavrinovic (10) y Aguilar (5).

93 - Cajasol (14+30+20+24+5): Satoransky (19), Radicevic (8), Mata (17), Laundry (16), Balvin (4) -cinco titular- Bamforth (3), Porzingis (12), Burjanadze (-), Franch (7), Hernangómez (5) y Urtasun (2).

Árbitros: Jiménez, Sánchez Monserrat y Serrano. Sin eliminados.

Ficha técnica: partido correspondiente a la jornada 32 de la Liga Endesa disputado en el pabellón de la Fuente de San Luis ante 7800 espectadores. Antes del inicio del encuentro, el club valenciano presentó a su afición el título de la Eurocopa que conquistó el miércoles. Además, se guardó un minuto de silencio por la muerte de cinco jóvenes futbolistas en un accidente de tráfico en Extremadura el pasado jueves.