Ha tardado más de lo previsto, pero el Real Madrid ya disfruta del crack deseado durante tanto tiempo. Es Robinho, un jugador que ahora goza de su mejor momento mientras se confirma como una de las grandes banderas del autoritario líder de la Liga.

Robinho acaba de cumplir 24 años y parece que le llegó la madurez futbolística. Ya no es aquel jugador distraído y trivial, sino un delantero demoledor y desequilibrante. La hinchada le aclama como su nuevo ídolo y el jugador responde con actuaciones decisivas.

El brasileño fue uno de los grandes protagonistas del triunfo por 3-2 logrado por el Real Madrid ante el Villarreal tras un partido espectacular. Robinho hizo dos goles y marcó la diferencia de su equipo, que amplió su ventaja sobre el Barcelona a nueve puntos. "Estoy feliz, haciendo lo que más me gusta, que es jugar al fútbol, metiendo goles y el Madrid ganando, que es lo más importante", afirmó el jugador, que suma ocho goles en la Liga y 12 durante la temporada.

Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que la hinchada le silbaba. O cuando el propio Real Madrid filtraba su disgusto por las salidas nocturnas del futbolista y su deseo de venderlo al mejor postor. Pero ya no queda nada de eso.

Robinho llegó al Real Madrid hace tres años después de pagar 25 millones de euros al Santos brasileño. Fue un empeño personal de Florentino Pérez, entonces presidente del club blanco, que se mantenía fiel a la filosofía de "un crack por temporada".

Pero Robinho tardó mucho más tiempo del pensado en rentabilizar la inversión. En sus primeros años, parecía perdido en el campo, incapaz de comprender las particularidades del fútbol europeo, de introducir pausa a su juego, de realizar los regates en las zonas adecuadas... La hinchada se fue hartando y los entrenadores perdieron la confianza en él.

Fabio Capello no dudó en sentarlo en el banquillo. Pero Robinho reaccionó con orgullo y se convirtió en un jugador decisivo en los últimos tres meses de la temporada, cuando el equipo acometió una espectacular remontada que le valió el título de la Liga.

La llegada de Bernd Schuster al banquillo proporcionó el entorno adecuado para Robinho. El técnico le dio toda la confianza y hasta olvidó aquella famosa fiesta celebrada en octubre por el jugador en Río de Janeiro junto con otros compañeros de la selección brasileña. Schuster le dio cariño y Robinho devolvió tanto afecto con goles.

Ahora resulta curiosa la comparación con su compatriota Ronaldinho. Robinho llegó al Real Madrid como una especie de anti Ronaldinho, que era proclamado como el mejor jugador del mundo.

Entonces no había comparación posible. Pero hoy el cuento cambió. Robinho disfruta ahora de la admiración de todos y Ronaldinho parece un ídolo caído, soportando mil críticas por su eventual falta de compromiso y profesionalidad. Es el momento de Robinho.