El futbolista soñado por Ramón Calderón está ante su gran momento. Ha superado tres lesiones musculares y su meta es volver a brillar en Europa en el duelo de Roma. Robben perdió ante el Valladolid su miedo a encarar al rival y ganó confianza con sus asistencias y su gol.

El extremo zurdo llegó al Real Madrid como el fichaje más caro de la Liga. Su fama de futbolista de cristal no tardó en confirmarse vestido de blanco. Tras completar una particular pretemporada, debutó en Liga de Campeones, el 18 de septiembre, ante el Werder Bremen. Cuando Bernd Schuster le terminó concediendo la titularidad sufrió su primera lesión de la temporada. Con Holanda, ante Eslovenia, se produjo una rotura muscular. Estuvo un mes de baja y dio marcha atrás en toda su preparación.

A mediados de diciembre, el holandés volvió a encender las luces de alarma. Una sobrecarga muscular acababa llevando en los primeros días de enero, a un nuevo parón de Robben. Los médicos han estudiado su caso a fondo. Han llegado a analizar su manera de correr, su forma de pisar. Pistas que desvelen las razones de sus calvarios musculares.

Después de otro mes de puesta a punto, ante el Valladolid Robben se quitó una espina. Brilló en izquierda y derecha. Y agradecido al respaldo de club, directiva, cuerpo técnico y plantilla, prometiendo mucho más en los próximos partidos: "Es mi día más feliz. Era importante demostrar que soy un buen jugador. Mostrar a mi afición las razones por las que estoy en el Real Madrid. Puedo servir al equipo. Ser un futbolista importante".

La lesión de Robinho, tan poco habitual en el mundo del fútbol hace ser cauteloso al cuerpo médico. Entre las opciones de Schuster, Robben irrumpe con fuerza. Es su momento. Encaja a la perfección en el 4-3-3 en el lugar que estaba reservado a Robinho, como punta de ataque en el carril izquierdo. Llegan sus días más importantes en el Real Madrid.