betis - osasuna · el otro partido

Rubén y la búsqueda de su identidad

  • El gol anotado por el canario tras un desacertado partido le debe servir como punto de inflexión. Ni el cambio de ubicación le sirvió para recuperar su necesaria mejor versión.

No se encuentra Rubén Castro y así lo entendió también el hombre que mejor lo conoce, Pepe Mel, que decidió ubicarlo de inicio en la banda izquierda. El invento, ante las dificultades del Betis para generar fútbol, apenas resistió 20 minutos, pero tampoco sirvió para que el canario recuperase su identidad. Errático, sin apenas presencia en el juego e incluso sin la inspiración de otras veces para convertir en oro cualquier balón que se asomase en el área.

Fuera de onda. Como en esa jugada sobre la media hora de partido en la que incurrió en posición adelantada, en una acción en la que en otras circunstancias sí hubiera cogido la espalda a la zaga rival. Despersonalizado, como poco antes del final del primer tiempo cuando se entretuvo en el área para que Loties le retirase la opción de gol.

Realizando continuos aspavientos a sus compañeros, insatisfecho con la manera con la que se ejecutaba la presión. Ni la reacción del segundo tiempo sirvió para que Rubén recuperase su mejor versión. Incluso aparecieron errores impropios en el canario, como en sendas asistencias de Portillo y Jorge Molina, ocasiones que en otros tiempos hubieran acabado en la red del meta rival. La grada del Villamarín, que entiende al canario y reconoce su aportación, no paró de enviarle ánimos, con ese cántico que lleva su nombre. Ya no quedan reminiscencias de aquel otro que generó tanta polémica, por minoritario que fuese. Pero ni así. No acababa de enchufarse al ritmo de Dani Ceballos, que también se llevó el reconocimiento de los aficionados, que lo han consagrado como nuevo ídolo.

Muchos se preguntaban hasta cuándo aguantaría la paciencia de Mel con Rubén, pero la confianza del entrenador en su goleador es ilimitada. Justificada. Un balón que se perdía por la línea de fondo tras un despeje de Asier Riesgo lo cazó el canario, con polémica de si salió por completo, y se lo envió a Dani Ceballos para que éste realizase la jugada del partido y asistiera a N'Diaye. Seis minutos después, el propio Rubén aumentaría la ventaja, al controlar y ejecutar a la primera, con ese automatismo propio del goleador, con un tanto que le debe servir como punto de inflexión para olvidar fantasmas y colaborar en el ascenso como él sabe, con goles.

Su celebración, casi pidiendo perdón a la grada, lo explicaba todo. Como también la decisión de Mel de sustituirlo con veinte minutos por delante, algo casi inédito bajo la batuta del madrileño. La ovación de los béticos para despedir al delantero sólo fue una demostración de cariño, un mensaje de que la grada lo quiere sobre el terreno de juego y celebrando goles. Ayer llegó a 20, una cifra redonda sólo al alcance de los elegidos, pero aún necesita avanzar pasos para recuperar su identidad.

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