Los cambios tácticos introducidos por Manolo Jiménez y la ambición de Daniel depararon una victoria clave producida de menos a más. Ya había avisado el técnico sevillista de que hay que pensar en el partido de forma global y saberlo madurar según su desarrollo, y eso fue lo que hizo su equipo. Tras una primera mitad con el mismo dibujo que en la victoria sobre el Villarreal, el Sevilla volvió al tradicional 4-4-2 y se hizo con el mando del partido, gracias también a la ambición y el acierto de Daniel.
Defensa
Una nueva retaguardia inédita. Jiménez tuvo que tirar de Crespo para sustituir a Adriano y se notó que su tendencia natural es el perfil diestro. Aun así, la defensa se mostró firme en el juego estático, aunque volvió a encajar dos goles a balón parado, el primero en un claro error de Fazio. Los problemas llegaron con las rápidas contras de un Mallorca que hizo daño con la movilidad de Borja Valero y sus balones colgados, algo que se corrigió en la segunda mitad con la recuperación del mando en la medular tras el retraso de Renato.
Ataque
La nueva apuesta por el 4-2-3-1 con Renato de enganche no fue tan eficaz como ante el Villarreal. El brasileño, pese a que abrió el marcador al aprovechar con calidad el yerro de Moyà, estuvo algo perdido y le costó enlazar con sus compañeros, debido también a la falta de presencia de Keita. Así, el Sevilla abusó del juego directo y de los balones colgados por Daniel. Con los cambios tras el descanso y la nueva disposición de 4-4-2, el Sevilla recuperó el mando, Capel, inédito antes, empezó a romper ayudado por Kone y Daniel se liberó en la derecha.
Virtudes
La capacidad de saber leer el partido y la ambición de Daniel.
Talón de aquiles
De nuevo débil a balón parado.
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